lunes, 30 de mayo de 2011

Motor de vapor y lámparas incandescentes… dos inventos de más de un siglo vigentes…

La Nación, Jueves 26 de mayo de 2011

Ingenieros argentinos le dan una vuelta de tuerca al motor de vapor, por Nora Bär
El motor de vapor desarrollado en el siglo XVIII por el ingeniero británico James Watt, que descubrió cómo convertir el movimiento circular en otro casi rectilíneo, ya parecía algo reservado a los libros de historia de los inventos. Sin embargo, un equipo de estudiantes y profesores de la Facultad de Ingeniería de la UBA (Fiuba) le introdujo modificaciones inteligentes que podrían convertirlo en una excelente solución para abastecer de energía eléctrica sustentable y no contaminante a industrias y pueblos pequeños o medianos.
El desarrollo, que llevan adelante en colaboración con el INTI, tendría un mejor rendimiento y mayor robustez que los de otros países (como Brasil y la India), y además una sencillez que haría posible su operación por parte de personas sin especialización técnica.
"Este diseño es fruto de la tesis con que nuestros estudiantes finalizan la carrera y que encaramos con el espíritu de que sea un trabajo que beneficie a la facultad o a la sociedad en general", cuenta Eduardo León, profesor de la materia sobre transformaciones del calor en energía mecánica o eléctrica. En este proyecto también trabajaron el profesor Roberto Atencio, y los ingenieros recientemente graduados Conrado Sáez, Pablo Romero y Miguel Gorchs.
"Para potencias pequeñas o medianas los motores de vapor tienen mejor rendimiento que las turbinas -explica León, que además de docente de la Fiuba es consultor-. Son ideales para energías distribuidas, de unos 500 kilovatios, que pueden hacer funcionar un aserradero mediano a grande, o abastecer a un pueblo pequeño..."
Si bien conceptualmente la idea de este motor es muy similar a la de las antiguas locomotoras, está muy mejorada, particularmente con innovaciones de un ingeniero argentino de la Fiuba, ya fallecido, Livio Porta. "Fue un especialista en este tema -cuenta León-. Trabajó en el país, en Paraguay, en la India, en Irlanda... Era realmente una eminencia mundial en mejoras de este este tipo de accionamiento. Por ejemplo, el Tren del Fin del Mundo se construyó a partir de diseños originales o mejoras introducidas por el ingeniero Porta."
El nuevo motor funcionaría a partir de biomasa residual, por lo que resultaría ideal para aserraderos, y requeriría unos 300 kg de madera por hora, dependiendo de la humedad del material.
"Nuestro tutor fue precisamente un discípulo del ingeniero Porta -cuentan Gorchs, Sáez y Romero-, el irlandés Shawn Mac Mahon, que nos trajo ideas para mejorar el motor, pero también para la caldera que genera el calor. Todo el conjunto está armado para entrar en un container estándar."
Según los ingenieros, este tipo de solución, que hasta ahora llevó un año de trabajo, tiene más que interesantes aplicaciones en el litoral y en la zona sur del país. "En áreas como las de Corrientes, Entre Ríos, Misiones y Tierra del Fuego, donde hay abundante material leñoso y agua, las necesidades de energía no son demasiado grandes, la red de distribución no es muy confiable y en este momento no tienen un aprovechamiento útil de buena parte de sus residuos -detalla León-. Allí, este motor ofrece dos virtudes: elimina residuos y genera energía útil."
Actualmente, el proyecto ya concluyó la etapa de ingeniería básica y cálculos de diseño, y está comenzando con la ingeniería de detalle. El patentamiento está en curso y ya hay un aserradero en Touhlin, Tierra del Fuego, dispuesto a probarlo.
"Este es sólo uno de varios trabajos sobre energías renovables o utilización racional de la energía que tenemos entre manos en el Departamento de Ingeniería Mecánica -concluye Atencio-. También junto con el INTI estamos desarrollando un motor de aire caliente que puede usar energía solar o combustibles con cenizas, y estamos haciendo estudios de uso de biogás a partir de residuos en general, y en particular, de residuos sólidos urbanos." Todo con tecnología made in Argentina.

Las lámparas incandescentes aún iluminan el 80% de los hogares, por Soledad Vallejos
En el baño, en la lámpara de la mesita de luz y en los plafones de techo de las habitaciones y el living. A pesar de que las clásicas lamparitas de luz incandescentes tienen los días contados, aún hoy el 80 por ciento de la iluminación en los hogares argentinos proviene de ellas, según datos de la Cámara Argentina de Industrias Electrónicas, Electromecánicas, Luminotécnicas, Telecomunicaciones, Informática y Control Automático (Cadieel).
En apenas seis días, su venta quedará prohibida por ley en todo el país y, aunque en las principales cadenas de supermercados ya casi no se las encuentra, los pequeños comercios de barrio las atesoran en su stock casi como objetos valiosos.
"El consumidor todavía necesita educarse. Cuesta asimilar que el ahorro de energía con las lámparas de bajo consumo es muy grande y que, si bien son más caras, también duran mucho más", dice a La Nacion Claudio Kramer, gerente de Cadieel.
Según opinan los expertos, la gente las seguirá utilizando mientras duren. Un cálculo rápido y aproximado indicaría que, por lo menos, las lámparas incandescentes iluminarán los hogares unos dos años más. "Tienen unas mil horas de funcionamiento, así que, entre las que hoy están en uso y las que pueden quedar como reserva en las alacenas de las casas, a un promedio de cuatro horas de uso diario, seguirán funcionando por uno o dos años más", estima Kramer.
Coincide con este cálculo Hernán Giardini, director de la campaña de cambio climático de Greenpeace Argentina. "En dos años el 99 por ciento del país utilizará lámparas de bajo consumo, y el costo extra que hoy debe pagar el consumidor se amortizará con el tiempo y con la reducción de la tarifa de luz", argumenta Giardini.
Estudios realizados por la ONG indican que "el ahorro anual con un fuerte programa de reemplazo de luminarias en el sector residencial puede ser de 4200 GW/h, casi el doble de lo que produce la Central Atómica Atucha I. Y, si se aplicase un programa total en el cambio de luminarias, extendido a los sectores públicos y comerciales podríamos evitar una demanda de energía similar a la generación que se estima para la planta atómica Atucha II".
En una recorrida que realizó La Nacion por pequeños supermercados y comercios de barrio, se pudo comprobar que las lámparas incandescentes aún son más solicitadas que las de bajo consumo. "Es cierto que la venta de las lámparas de bajo consumo aumentó en estos últimos tiempos, pero el cliente prefiere llevar las clásicas bombitas de 75 y 100 W -confiesa la dueña de una ferretería de Núñez, sobre Manuela Pedraza-. Además hay algunos veladores que no tienen el equivalente, como las lamparitas vela, en los que la rosca es un poco más fina."
Desde Cadieel, las estadísticas de los últimos tres años con respecto a la venta de lámparas de bajo consumo confirman la apreciación del comerciante porteño. "En 2007, se vendieron 16 millones de lámparas de bajo consumo contra 160 millones de incandescentes; en 2008, la cifra subió a 18 millones. En 2009, 38 millones de unidades y, el año pasado, se comercializaron unos 40 millones de lámparas de bajo consumo contra 100 millones de incandescentes", señala Kramer.
La excepción a la regla
Las lámparas incandescentes cuya potencia sea igual o inferior a 25 vatios (25 W), y aquellas cuya tensión nominal sea igual o inferior a 50 voltios (V), independientemente de la terminación de la ampolla de la lámpara, quedan exceptuadas de la ley y podrán ser comercializadas. "Suelen ser las bombitas para las heladeras, microondas y hornos convencionales, y su reemplazo, además de no generar un gran beneficio, traería serios trastornos", opina Giardini, que recomienda no desechar las lámparas de bajo consumo junto con los residuos hogareños y hacer una recolección diferenciada, una costumbre poco arraigada en la cultura doméstica de los argentinos.
La razón de esta medida es que estas lámparas contienen 2 miligramos de mercurio, un metal peligroso para el medio ambiente. "Es cierto que tienen mercurio, aunque en una cantidad mil veces menor que un termómetro clínico, por ejemplo, y lo correcto sería que, luego de su vida útil, reciban un tratamiento especial como residuo electrónico -advierten en Greenpeace-. Por eso ahora también estamos luchando para que el proyecto de gestión de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, que ya fue sancionado por el Senado, consiga la aprobación en la Cámara de Diputados, y así responsabilizar a las empresas fabricantes de su reciclado."
Sin embargo, en el balance de impactos, los expertos aseguran que "el uso de las lámparas de bajo consumo es altamente positivo ya que el ahorro energético que producen disminuye los impactos ambientales por el uso de fuentes fósiles, las que también emiten mercurio al ambiente", explica Giardini.

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