jueves, 19 de septiembre de 2013

Más empresas se desconectan de la red eléctrica


The Wall Street Journal Americas, 19 de septiembre de 2013, Por REBECCA SMITH y CASSANDRA SWEET


Foto: Michal Czerwonka for The Wall Street Journal / Un centro de distribución de Kroger en Compton, California, usa un sistema de tanques que convierte desechos orgánicos en biogás para producir energía.

 
En una colina a la orilla del río Susquehanna, en una zona rural del estado de Pensilvania, en Estados Unidos, dos grandes turbinas de viento generan electricidad para Turkey Hill Dairy. Con este método, el fabricante de helados y bebidas, filial de Kroger Co., ha logrado ahorrar 25% en su gasto energético en los dos últimos años.
Al otro lado del país, en un gran centro de distribución de alimentos de Kroger en Crompton, estado de California, un sistema de tanques instalado este año usa bacterias para convertir 150 toneladas diarias de restos de verduras y pan y otros desechos orgánicos en un biogas que se quema in situ para producir 20% de la electricidad que utiliza.
Estos dos proyectos, más la generación eléctrica de los paneles solares en cuatro supermercados Kroger y algunos esfuerzos de conservación de energía, le están ahorrando a la empresa de Cincinnati US$160 millones al año en electricidad, señaló Denis George, su gerente de energía. Esa respetable cantidad no llegará a los bolsillos de las compañías de servicios públicos.
Cada vez más empresas en todo EE.UU., desde grandes minoristas hasta fabricantes de alta tecnología, están generando su propia energía. Desde 2006, la cantidad de unidades de generación de electricidad en complejos comerciales e industriales aumentó más de cuatro veces.
Expertos indican que la tendencia está cobrando impulso, gracias a un descenso de los precios de los paneles solares y del gas natural, así como al temor a que aumente la frecuencia de los cortes de energía causados por fuertes tormentas, como el huracán Sandy.
El creciente número de compañías que son, al menos parcialmente, autosuficientes energéticamente está poniendo nerviosa a la industria de servicios públicos, ya que la tendencia amenaza sus ingresos y perspectivas de crecimiento, según un informe de este año del Instituto Eléctrico Edison, una asociación del sector.
Ejecutivos de la industria se hacen una pregunta inquietante: "¿Voy a quedarme sentado y aceptarlo y acabar cuidando de un museo, o voy ingresar en este negocio (que está surgiendo)?", planteó Nick Akins, presidente ejecutivo de American Electric Power Co. (AEP), una gran empresa de servicios públicos de Ohio. AEP considera ayudar a sus clientes a instalar sus propios equipos generadores.
La producción de energía propia aún representa menos de 5% de la generación de electricidad en EE.UU. Pero está socavando algunas de las ventas que les resultan especialmente rentables a las empresas de servicios públicos. Y algunas de las compañías que ingresan al negocio creen que se están acercando a un punto conocido como "nivel de paridad con la red", en el cual generar la energía podría ser tan barato como comprársela a una empresa de servicios públicos.
Desde 2007, cuando se instalaron los primeros paneles solares en los techos de sus tiendas en California, el costo de instalación de los sistemas de Wal-Mart Stores Inc. han caído desde entre US$6 y US$8 por vatio de capacidad a unos US$3,50 por vatio, sostiene David Ozment, director de gestión energética del gigante minorista. El ejecutivo indicó que prevé que "en menos de tres años", Wal-Mart pagará lo mismo por la energía solar que por la energía de servicios públicos, lo que abre la puerta a la expansión solar. Wal-Mart produce alrededor de 4% de la electricidad que usa pero planea generar 20% para 2020.
La generación de energía propia no es una idea nueva. Existía antes de la creación de las redes eléctricas —el sistema interconectado de plantas de electricidad, subestaciones y cables de transmisión que transportan la energía a miles de kilómetros— a comienzos de la década de 1920.
Pero durante la mayor parte de los últimos 50 años, la práctica se asoció principalmente con ubicaciones remotas o instalaciones industriales, como las refinerías de petróleo, que generaban grandes cantidades de calor desperdiciado que podía canalizarse para producir energía.
Casi de la noche a la mañana, este mercado de nicho se volvió popular entre todo tipo de empresas. Hace seis años, Google Inc. llamó la atención al instalar grandes paneles solares sobre su complejo de Silicon Valley en California. Otras empresas tecnológicas siguieron su ejemplo, ávidas por asegurar la provisión eléctrica necesaria para sus servidores de alto consumo y cumplir con sus metas de sustentabilidad.
Apple Inc. ahora obtiene 16% de su electricidad de paneles solares y células de combustible que operan con biogas. El centro de datos de Apple en Carolina del Norte genera toda la energía que consume, según una vocera de la compañía.
La planta de ensamblaje de BMW AG en Carolina del Sur, que fabricó 300.000 vehículos el año pasado, recibe la mitad de su electricidad de un centro energético cercano que quema metano que le llega desde un basurero.
Un informe de la Casa Blanca divulgado en agosto estimó que los cortes de energía causados por el mal tiempo le costaron a la economía de EE.UU. entre US$18.000 millones y US$52.000 millones al año en productividad perdida entre 2003 y 2012.
Algunas empresas tradicionales de servicios públicos están coqueteando con el negocio de la generación de energía in situ. Edison International compró hace poco un desarrollador de proyectos solares para tejados, SoCore Energy LLC, y ha invertido en la empresa de financiación solar Clean Power Finance.
Conforme la producción energética se descentraliza, "quiero asegurarme de que la empresa esté muy involucrada", indicó el presidente ejecutivo de Edison, Ted Craver.


Nota en: http://online.wsj.com/article/SB10001424127887323808204579083582988766764.html?mod=WSJS_inicio_MiddleFirst#articleTabs_comments

sábado, 24 de agosto de 2013

ENERGÍA HIDROELÉCTRICA: pequeñas centrales, generación a partir del principio del tornillo de Arquímedes (empleado "al revés")

Arquímedes, 22 siglos más tarde, sigue vigente
Por Kenneth Chang, The New York Times
Por última vez: Arquímedes no inventó un rayo de la muerte.
Sin embargo, más de 2.200 años después de su muerte, sus inventos siguen impulsando la innovación tecnológica –a tal grado que expertos de todo el mundo se reunieron hace poco para una conferencia sobre su perdurable influencia, en la Universidad de Nueva York.
La leyenda del rayo de la muerte cuenta que Arquímedes usó espejos para concentrar luz solar e incinerar barcos romanos que atacaban su hogar, Siracusa, la antigua ciudad Estado de Sicilia. Se ha demostrado su falsedad al menos tres veces en el programa de televisión “MythBusters”.
En lugar de ello, es un aparato mundano atribuido al gran matemático, inventor, ingeniero y planeador militar griego –el tornillo de Arquímedes, una espiral adentro de un cilindro- el que tiene un nuevo uso en el siglo XXI. Durante miles de años, los agricultores han usado esta sencilla máquina para el riego: colocada a cierto ángulo con un extremo sumergido en un río o lago, se la da vuelta al tornillo con una manivela, lo que hace que el agua suba y salga al otro extremo.
Chris Elliott/Western Renewable Energy. For this hydropower generator at Dartmoor National Park in Devon, England, water flows in at the top and turns the Archimedes screw.
Hace un par de décadas, los ingenieros descubrieron que operar un tornillo de Arquímedes al revés –es decir, dejar caer agua en la parte superior haciendo que el tornillo gire al tiempo que el agua baja al fondo- es una forma sólida, económica  eficaz de generar electricidad con el agua de arroyos pequeños. La producción de energía es modesta, suficiente para una aldea, pero con poco impacto sobre el medio ambiente. A diferencia de las cuchillas de las turbinas que girar en enormes plantes de energía hidroeléctrica, un tornillo de Arquímedes permite que los peces naden a través de él. Un generador de este tipo fue comisionado por la reina Isabel II de Inglaterra  para suministrarle energía al Castillo de Windsor; el primero en EE.UU. podría comenzar a operar el año próximo.
“Sembró las semillas para tantas ideas originales que pudieron crecer a través de las eras”; afirmó Chris Rorres, profesor emérito de matemáticas en la Universidad Drexel, en Filadelfia, quien organizó la conferencia.
Sólo sobrevive un puñado de escritos de Arquímedes, y mucho de lo que pensamos que sabemos sobre él fue escrito siglos después de su muerte. Algunas de las conferencias del evento propusieron usar la inventiva actual para tratar de descubrir lo que realmente logró Arquímedes en la antigüedad.
Arquímedes supervisó las defensas de Siracusa, y aunque lo espejos del rayo de la muerte y los cañones de vapor (otro presunto invento de Arquímedes) eran demasiado fantásticos, la garra de Arquímedes parece haber sido un arma real usada contra la fuerza naval romana.
“Arquímedes conocía la estabilidad de este tipo de barco”, aseguró Harry G. Harris, profesor emérito de ingeniería estructural en Drexel y quien ha construido un modelo de la garra. “Cuando se mueve rápido a través del agua es estable. Al estar inmóvil o avanzar muy lentamente, es muy fácil de volcar”.
Así que al usar un principio de Arquímedes –la ley de la palanca, que hace posible que una fuerza pequeña levante un gran peso, como en los subibajas y poleas- una garra al final de una cadena sería bajada y engancharía un barco romano, para luego ser levantada, volcando al barco y estrellándolo contra las rocas.
“Conjeturó las leyes fundamentales de la naturaleza, las demostró matemáticamente y entonces fue capaz de aplicarlas” dijo Rorres sobre Arquímedes.
Publicado en “The New York Times International Weekly” en colaboración con Clarín el 24/AGO/2013
 
EL VIDEO DE LA CONSTRUCCIÓN DE LA "MINI-CENTRAL" DE LA FOTO:
Un video explicativo sobre el tornillo de Arquímedes en:
Fuente: hidrometalica.com
 
NOTA ORIGINAL EN INGLÉS:
Archimedes: Separating Myth From Science
By KENNETH CHANG - Published: June 24, 2013
For the last time: Archimedes did not invent a death ray.
But more than 2,200 years after his death, his inventions are still driving technological innovations — so much so that experts from around the world gathered recently for a conference at New York University on his continuing influence.
The death ray legend has Archimedes using mirrors to concentrate sunlight to incinerate Roman ships attacking his home of Syracuse, the ancient city-state in the southeast Sicily. It has been debunked no fewer than three times on the television show “Mythbusters” (the third time at the behest of President Obama).
Rather, it is a mundane contraption attributed to the great Greek mathematician, inventor, engineer and military planner — the Archimedes screw, a corkscrew inside a cylinder — that has a new use in the 21st century. For thousands of years, farmers have used this simple machine for irrigation: Placed at an angle with one end submerged in a river or a lake, the screw is turned by a handle, lifting water upward and out at the other end.
A couple of decades ago, engineers found that running an Archimedes screw backward — that is, dropping water in at the top, causing the screw to turn as the water falls to the bottom — is a robust, economical and efficient way to generate electricity from small streams. The power output is modest, enough for a village, but with a small impact on the environment. Unlike the turbine blades that spin in huge hydropower plants like the Hoover Dam, an Archimedes screw permits fish to swim through it and emerge at the other end almost unscathed.
Such generators have been built in Europe, including one commissioned by Queen Elizabeth II of England to power Windsor Castle; the first in the United States could start operating next year.
And Archimedes’ ideas are showing up in other fields as well.
“He just planted the seeds for so many seminal ideas that could grow over the ages,” said Chris Rorres, an emeritus professor of mathematics at Drexel University, who organized the conference at N.Y.U.
A panoply of devices and ideas are named after Archimedes. Besides the Archimedes screw, there is the Archimedes principle, the law of buoyancy that states the upward force on a submerged object equals the weight of the liquid displaced. There is the Archimedes claw, a weapon that most likely did exist, grabbing onto Roman ships and tipping them over. And there is the Archimedes sphere, a forerunner of the planetarium — a hand-held globe that showed the constellations as well as the locations of the sun and the planets in the sky.
“Here was someone who just changed how we look at the universe,” Dr. Rorres said.
Only a handful of Archimedes’ writings survive, and much of what we think we know about him was written centuries after his death.
Some of the legends, like using mirrors to set the Roman ships afire, proved too good to be true. The same may go for the tale of Archimedes figuring out, while sitting in a bathtub, how to tell if the maker of a crown for the king had fraudulently mixed in some silver with the gold; according to this story Archimedes, too excited to put on clothes, ran naked through the streets of Syracuse shouting, “Eureka!”
As with the mirrors, the underlying principle works. But in practice, the tiny difference in volume between a crown made of pure gold and one made of a mixture of gold and silver is too small to be reliably measured.
Some of the talks at the conference were about using present-day ingenuity to figure out what Archimedes actually achieved in antiquity.
Michael Wright, a researcher at Imperial College London, has been trying to decipher how the Archimedes sphere showed the night sky. Although it is described in historical writings, no pieces or even drawings of it have survived. Others had already made celestial spheres, globes that show the positions of the constellations.
The Roman historian Cicero described the Archimedes sphere as uninteresting at first glance until it was explained. “There was a wonderful contrivance due to Archimedes inside,” he wrote. “He had devised a way in which a single rotation would generate the several non-uniform motions.”
If this description is taken literally, it would seem that Archimedes figured out the gearing needed to mimic the motion of the planets, including the retrograde motion where they appear to stop and reverse direction for a while before proceeding in their usual direction.
“This instrument was just like any other celestial sphere, except with the addition of indicators for the Sun, Moon, the planets moving over the sphere and a mechanism inside the sphere to move them,” Mr. Wright said.
In the spring, he began building his version of the Archimedes sphere. He presented it in public for the first time at the conference.
“I can’t guarantee that the original was like this,” Mr. Wright said. “What I can say is this, in the simplest way that I can imagine it, fits the evidence we have. We’ve been talking for 2,000 years about this thing that Archimedes made, and nobody seems to have offered to show people what it was like. I had an idea. I thought it was worth making, even if it was so people could have an argument about it and disagree with it. That’s a good way to get things going.”
Dr. Rorres said the singular genius of Archimedes was that he not only was able to solve abstract mathematics problems, but also used mathematics to solve physics problems, and he then engineered devices to take advantage of the physics. “He came up with fundamental laws of nature, proved them mathematically and then was able to apply them,” Dr. Rorres said.
Archimedes oversaw the defenses of Syracuse, and while death ray mirrors and steam cannons (another supposed Archimedes invention debunked by “Mythbusters”) were too fanciful, the Archimedes claw appears to have been a real weapon used against the Roman navy.
It is very likely that it took advantage of two scientific principles Archimedes discovered.
With his law of buoyancy, he was able to determine whether a paraboloid (a shape similar to the nose cone of a jetliner) would float upright or tip over, a principle of utmost importance to ship designers, and Archimedes probably realized that the Roman ships were vulnerable as they came close to the city walls.
“Archimedes knew about the stability of these kinds of ships,” said Harry G. Harris, an emeritus professor of structural engineering at Drexel who has built a model of the claw. “When it is moving fast through the water, it is stable. Standing still or going very slow, it is very easy to tip over.”
So using an Archimedean principle — the law of the lever, which enables a small force to lift a large weight, as in seesaws and pulleys — a claw at the end of a chain would be lowered and hooked into a Roman ship, then lifted to capsize the ship and crash it against the rocks.
Syracuse won the battle but was weakened under a long siege and fell three years later. And in 212 B.C., at the age of about 75, Archimedes was killed by a Roman soldier, supposedly furious that he refused to stop work on a mathematical drawing. His last words: “Do not disturb my circles!”
Of course, that bit about the circles is probably also a myth. 
 
A version of this article appeared in print on June 25, 2013, on page D2 of the New York edition with the headline: Archimedes: Separating Myth From Science.

Las energías renovables, aún muy costosas

Clarín, 23/08/13 - Opinión

Por Bjørn Lomborg Profesor de la Escuela de Administración de Empresas de Copenhague, Director del Centro de Consenso de Copenhague
Bjørn Lomborg se saluda con Al Gore
Todavía muchos creen que las energías renovables nos liberarán de los combustibles fósiles en breve. Pero por desgracia, todo indica lo contrario. Según datos de la Agencia Internacional para la Energía, en 1971, el 13,12% de la energía mundial procedió de fuentes renovables. En 2011, esa cuota disminuyó al 12,99%. Pero una encuesta reciente señala que los estadounidenses creen que en 2035 el uso de energías renovables ascenderá al 30,2% del total, cuando en realidad, es probable que la cifra sea 14,5%.
En la actualidad, la energía solar y la eólica constituyen una fracción ínfima de las fuentes renovables: alrededor de un tercio de punto porcentual.
La enorme mayoría de la energía renovable procede de la biomasa, es decir, madera y otros materiales vegetales, la fuente de energía más antigua de la humanidad. Y si bien la biomasa es renovable, a menudo su uso no es ni conveniente ni sostenible.
En los países de Europa occidental antes de la industrialización, el uso de madera como combustible provocó un proceso masivo de deforestación (lo mismo que ocurre en la actualidad en gran parte del mundo en desarrollo). La contaminación doméstica producto de la biomasa mata cada año a más de tres millones de personas. Asimismo, los cultivos energéticos modernos aumentan la deforestación, compiten con la agricultura por el uso del espacio y empujan al alza los precios de los alimentos.
Los lugares del mundo donde más se usan energías renovables son también los más pobres.
África obtiene de fuentes renovables casi el 50% de su energía, en comparación con el 8% de la OCDE. Incluso los países europeos de la OCDE, donde la cuota es 11,8%, están debajo de la media mundial. La realidad es que la humanidad se pasó los últimos siglos tratando de abandonar las energías renovables. En 1800, el mundo obtenía de este tipo de fuentes el 94% de su energía, pero esa cifra no ha dejado de disminuir desde entonces.
La adopción de los combustibles fósiles fue un cambio trascendental que produjo grandes beneficios. Por supuesto, trajeron sus propios problemas ambientales. Y si bien hay diversas innovaciones tecnológicas que redujeron considerablemente la contaminación atmosférica local, el problema de las emisiones de CO2 sigue en pie. De hecho, es el principal motivo del clamor mundial en pos de una vuelta a las energías renovables.
Pero estamos lejos de ello. Las políticas ecologistas actuales fallan por una razón muy sencilla: las energías renovables son demasiado caras.
La solución es lograr innovaciones para abaratarlas. Necesitamos aumentar drásticamente la financiación en investigación y desarrollo, para que las próximas generaciones de tecnología eólica, solar y biomásica sean más baratas y eficaces.
Copyright Project Syndicate, 2013.
 
ACCESO A OTRA NOTA DE BJØRN LOMBORG QUE PUBLICAMOS EN FEBRERO:

domingo, 21 de abril de 2013

POSIBLE USO DE LA TECNOLOGIA SOLAR PARA MEJORAR EL RENDIMIENTO DEL GAS NATURAL EN LA PRODUCCION DE ELECTRICIDAD

LA NACION, Domingo 21 de abril de 2013 - Por Matthew Wald / The New York Times

Un nuevo proceso solar aumenta el contenido de energía del gas natural
El sistema es una unión de ingeniería química y mecánica; está en desarrollo y a varios pasos de su viabilidad comercial

WASHINGTON.- El Departamento de Energía está preparándose para hacer pruebas con una nueva manera de hacer electricidad con energía solar: usando el calor del sol para incrementar el contenido de energía del gas natural.
Investigadores del Laboratorio Pacific Northwest National en Richland, Washington, esperan hacer la prueba este verano, que usa un proceso que reduciría un 20% la cantidad de gas natural utilizado -y los gases de efecto invernadero emitidos- .
"Podemos reducir las emisiones de dióxido de carbono y el consumidor no se ve afectado", dijo Robert Wegeng, el investigador que está a cargo del proyecto.
 
Laboratorio Nacional "Pacific Northwest" La energia solar es captada por espejos a un dispositivo que convierte el gas natural en un combustible mas eficiente para generar electricidad
El sistema es una unión de ingeniería química y mecánica. El proceso funciona donde haya sol, aunque puede ser más valioso en lugares en los que el gas natural es relativamente caro o donde se le pagaría a la compañía productora de electricidad por generar menos dióxido de carbono.
El proyecto, financiado con US$ 4,5 millones de dinero de estímulo federal, aún está en desarrollo, y los expertos dicen que los costos de la tecnología aún no se han determinado. El proceso además está aún a varios pasos de su viabilidad comercial.
Usar el calor del sol para producir electricidad no es algo nuevo; ya en 2007 las compañías estaban construyendo plantas con espejos parabólicos para hervir agua y producir vapor que hace girar una turbina. En Australia, Areva construyó una planta que ayuda a reducir la cantidad de carbón que se necesita para producir electricidad usando energía solar para precalentar el agua que el carbón quemado transforma en vapor.
El sistema capta la energía solar en forma química, usa el calor del sol para abrir las moléculas de gas (cuatro átomos de hidrógeno y uno de carbono) y agua (dos átomos de hidrógeno y un átomo de oxígeno) combinándolos para crear algo que quema mejor: monóxido de carbono e hidrógeno puro. El resultado también tiene dióxido de carbono que es inerte.
La mezcla, llamada gas de síntesis, es un recurso común en la industria química, pero se requiere energía para producirlo, por lo general de gas natural quemado. En el diseño de Pacific Northwest esa energía proviene del sol. La luz del sol cae en un disco espejado que se ve como un paraguas dado vuelta y se concentra en el punto donde estaría la manija. Lleva el agua y el gas natural a los 700 grados Celsius. Un catalizador divide las moléculas y los átomos se reordenan.
Funcionarios del laboratorio dicen que aumentaron la eficiencia del procedimiento. Pero también introdujeron una segunda innovación: antes de que el gas de síntesis sea enviado a una turbina para quemarlo, un nuevo tipo de intercambiador de calor le extrae algo de calor, que se agrega al reactor químico y mejora más la eficiencia del lado solar del proceso.
 
Laboratorio Nacional "Pacific Northwest" Detalle del dispositivo combinado de generacion e intercambio de calor
Si el sistema comienza con un millón de BTU de gas natural (unidad estándar en términos de precio), entonces el gas de síntesis tiene un valor de US$ 1,25 millones de BTU. Eso significa convertir US$ 4 de gas en US$ 5. Michael E. Webber, profesor de ingeniería mecánica de la Universidad de Texas en Austin y codirector de la incubadora de energía limpia que existe allí, alertó sobre que aún hay que eliminar muchos problemas de ingeniería. Dijo que el gas resultante es un combustible maravilloso, pero muy difícil de producir. "La tecnológica puede ser económica en un lugar como Japón, donde los precios del gas natural son más elevados", opinó.
Los investigadores esperan encontrar otras mejoras necesarias para lograr la aceptación comercial de la tecnología en América del Norte, donde los precios del gas son bajos. Wegeng también dijo que la producción masiva haría bajar los precios de los componentes necesarios.
A diferencia de otras formas de energía solar, con la planta híbrida solar/gas se busca proveer niveles estables de electricidad. "Cuando el sol brilla, se tiene este aumento solar del combustible", dijo Wegeng. Si vienen nubes o baja el sol, entonces la turbina puede quemar gas natural común y producir la misma cantidad de electricidad.
Traducción de Gabriel Zadunaisky
 
TEXTO DE LA PUBLICACION ORIGINAL EN INGLES:
 
New Solar Process Gets More Out of Natural Gas
By MATTHEW L. WALD / Published: April 10, 2013 (A version of this article appeared in print on April 11, 2013, on page B4 of the New York edition with the headline: New Solar Process Gets More Out of Natural Gas)

WASHINGTON — The Energy Department is preparing to test a new way for solar power to make electricity: using the sun’s heat to increase the energy content of natural gas.
Researchers at the Pacific Northwest National Laboratory in Richland, Wash., hope by this summer to carry out the test, which entails a process that could cut the amount of natural gas used — and the greenhouse gasses emitted — by 20 percent.
“We can reduce carbon dioxide emissions, and the consumer doesn’t get hit,” said Robert Wegeng, the researcher in charge of the project.
The system is a marriage of chemical engineering and mechanical engineering. The process will work anywhere it is sunny, according to researchers, although it might be more valuable in places where natural gas is relatively expensive, or where a company making electricity would be paid for generating less carbon dioxide.
The project, financed with $4.5 million in federal stimulus money, is still in development, and experts say the technology’s costs have yet to be established. The process also is several major steps away from commercial viability.
Using the sun’s heat to make electricity is hardly new; as far back as 2007, companies were building plants with parabolic mirrors to boil water into steam and turn a turbine. In Australia, Areva built a plant that helps reduce the amount of coal needed to make electricity by using solar power to preheat the water that the burning coal boiled into steam.
The new system captures solar energy in a chemical form, using the sun’s heat to break open the molecules of natural gas (four hydrogen atoms and one carbon atom) and water (two hydrogen atoms and one oxygen atom) and reshuffle them into something that burns better: carbon monoxide and pure hydrogen. The result also has carbon dioxide, which is inert.
The mixture, called synthesis gas, is a common building block in the chemical industry, but it requires energy to make it, usually from burning natural gas. In the Pacific Northwest design, that energy comes from the sun. Sunlight falls on a mirrored dish that looks a bit like an upturned umbrella, and focuses on a spot where the umbrella handle would be. It heats water and natural gas to 700 degrees Celsius, about 1,300 degrees Fahrenheit. A catalyst breaks the molecules up and the atoms are reassembled.
Laboratory officials say they have improved the efficiency of the process. But they also have introduced a second innovation: before the synthesis gas is sent to a turbine for burning, a new kind of heat exchanger extracts some heat from it. That heat is added to the chemical reactor, further improving the efficiency of the solar side of the process.
If the system starts with one million B.T.U.’s of natural gas, the standard unit for pricing, then the synthesis gas has a value of about 1.25 million B.T.U.’s That means turning $4 of gas into $5.
Michael E. Webber, an associate professor of mechanical engineering at the University of Texas at Austin and a co-director of the clean energy incubator there, cautioned that there were still a lot of “engineering kinks to sort out.” He called the resulting gas “a wonderful fuel, but it’s a pain in the neck to make.”
The technology might be economical in a place like Japan, where natural gas prices are higher, he said. “We might as well master the technology and sell it to them,” he said.
Researchers hope they can find other improvements that will probably be necessary to win commercial acceptance of the technology in North America, where gas prices are low. Mr. Wegeng also said that mass production would drive down prices of the necessary components.
Unlike other forms of solar energy, the hybrid solar/gas plant is intended to supply steady levels of electricity.
“When the sun is shining, you get this solar augment to the fuel,” said Mr. Wegeng. If clouds roll in, or if the sun sets, then the turbine can burn ordinary natural gas and produce the same amount of electricity. “You’re just using more natural gas,” he said.

lunes, 18 de marzo de 2013

Consumirá la mitad de la energía el alumbrado público con tecnología LED

La Nación, Lunes 18 de marzo de 2013 Por Ángeles Castro


Comienza este año la renovación de luminarias porteñas, para ahorrar electricidad y reducir gastos; a fines de 2015 se habrán cambiado 90.000 lámparas en calles y parque

El gobierno porteño refuerza su denominada "agenda verde". A fines de este año el 25% de las luminarias de calles y plazas de la Capital habrán sido reemplazadas por tecnología LED. La meta es renovar 90.000 de las 125.000 lámparas existentes en la vía pública para cuando concluya 2015. Eso redundará en un ahorro de entre el 45% y el 50% en el consumo de energía, y repercutirá en igual reducción de los costos del alumbrado público para el erario de la Ciudad.
Para lograrlo, el Ministerio de Ambiente y Espacio Público llamó a una licitación por 290 millones de pesos, destinada al reemplazo de luminarias de 400 watts (las que están colocadas en avenidas), de 250 watts (instaladas en calles) y de globos y farolas presentes en parques y paseos.
Un dato importante es que la compulsa también incluye un sistema de telegestión, que permitirá en el futuro a las autoridades disponer de una suerte de gran tablero de control con información en tiempo real sobre el alumbrado público; por ejemplo, qué focos no funcionan o la falta de suministro eléctrico en alguna zona, de modo de poder ordenar rápidamente los arreglos necesarios. Desde ese comando centralizado se podrán realizar ahorros de energía mediante el manejo de la intensidad lumínica, según las zonas y los horarios.
La semana pasada fueron abiertos los sobres con propuestas económicas y técnicas de los cuatro oferentes que participan: General Electric, Philips (con Strand como proveedor), IEP y Reconstrucción Caños SA. Los antecedentes serán analizados durante las próximas semanas, con miras a adjudicar el o los contratos -según el tipo de luminaria- dentro de dos meses. Así, la reposición de los dispositivos comenzaría poco antes del segundo semestre del año, a razón de 3000 por mes, según las previsiones.
Quedó fuera de la licitación, según se explicó a LA NACION, un lote de 35.000 luminarias: son, en su mayoría, farolas y, el resto, colgantes que necesitan de un enganche específico y fueron excluidas para no demorar la licitación.
"Buenos Aires se convertirá en una de las ciudades del mundo con mayor cantidad de lámparas LED en la red de alumbrado público. La eficiencia energética es una de nuestras prioridades. Con este plan avanzamos en una verdadera política de Estado para lograr la ciudad verde que queremos", sostuvo el ministro de Ambiente y Espacio Público, Diego Santilli.
El plan al que hizo referencia Santilli es un "plan director" que busca adecuar la matriz energética al entorno alumbrado, así como reducir la potencia consumida y el gasto de mantenimiento. Se diseñarán corredores por temperaturas de color, para jerarquizar vías y espacios urbanos.

Control centralizado
Si bien la ley otorga a las juntas comunales competencias sobre el mantenimiento del espacio público, el gobierno porteño decidió no traspasar el manejo del alumbrado para, precisamente, poder controlar la correcta ejecución de aquel plan director de acuerdo con criterios generales.
Según los cálculos oficiales, mientras el gobierno porteño paga actualmente -tras la quita del subsidio correspondiente desde el gobierno nacional- 100 millones de pesos anuales de electricidad por el alumbrado público, una vez renovadas las 90.000 luminarias abonará 55 millones. Los números se deducen de experiencias previas que demostraron que la tecnología LED consume entre un 45% y un 50% menos energía que las lámparas comunes.
En tanto, mientras hoy el costo del mantenimiento de las luminarias ronda los $ 70 millones anuales, se estima que ese gasto se achicará entre un 25 y un 30%.
Esa importante reducción en los costos, al igual que la mayor duración de las lámparas LED, redundará en que la inversión sea recuperada en el término de unos tres años, según estima el gobierno.
Por el momento, las propuestas de los cuatro participantes están en período de análisis. Según detallaron voceros del Ministerio de Ambiente y Espacio Público, las ofertas serán evaluadas sobre criterios de consumo energético, vida útil, poder lumínico y estética de los artefactos. Más allá de las particularidades de cada propuesta, en todos los casos las lámparas recién colocadas tendrán garantía de un año.
Una muestra de la potencia y el tipo de luz que emana la tecnología LED puede ya observarse en el remodelado parque Centenario.

Un propuesta "ecológica"
* 90.000 luminarias
Serán reemplazas por tecnología LED 90.000 de las 125.000 lámparas existentes en calles, avenidas y espacios verdes. Se exceptúan las que van colgadas
* 50% menor consumo
Esta tecnología LED consume 50% menos de energía. Así, los costos de electricidad por el alumbrado público bajarán de $ 100 millones anuales a 55 millones
* 290 millones
Por ese monto valor se licita la provisión de 90.000 lámparas LED de 400 watts para avenidas, de 250 watts para calles, y otras para globos y faroles de parques y paseos

lunes, 4 de marzo de 2013

Una forma mejor de luchar contra el cambio climático

La Nación, Domingo 03 de marzo de 2013 - Perspectiva global / Opinión - Por Jeffrey D. Sachs

Nueva York.- Europa es la región del mundo que más se esfuerza por aplicar políticas encaminadas a contrarrestar el cambio climático. Sin embargo, la piedra angular de su planteamiento, el régimen de comercio de derechos de emisión de los gases que provocan el efecto invernadero, tiene problemas. Esa experiencia sugiere una estrategia mejor tanto para Europa como para el resto del mundo.La historia del cambio climático causado por el hombre está resultando cada vez más clara al público mundial. Varios gases calientan el planeta a medida que aumentan sus concentraciones en la atmósfera. Al crecer la economía mundial, aumentan también las emisiones de esos gases, lo que acelera el ritmo del cambio climático.El principal gas de los que lo provocan es el dióxido de carbono. La mayoría de las emisiones de CO2 son resultado de la quema de combustibles fósiles -carbón, petróleo y gas natural- para producir energía, cuyo consumo mundial está aumentando.
 
Crédito foto: http://www.mocicc.org/
A consecuencia de ello, vamos camino a tener niveles peligrosos de CO2 en la atmósfera.Hace veinte años, el mundo acordó reducir las emisiones de CO2 y otros gases, pero se han logrado pocos avances al respecto.Ya han empezado a producirse cambios peligrosos en el clima. Si el mundo sigue por su trayectoria actual, las temperaturas globales aumentarán varios grados, lo que hará subir los niveles del mar, provocará megatormentas, graves olas de calor, malas cosechas en gran escala, sequías extremas, inundaciones de grandes proporciones y una pérdida de la diversidad biológica.No obstante, cambiar el sistema energético del mundo es un empeño ingente, porque los combustibles fósiles están imbricados en el funcionamiento de la economía mundial. Entonces, ¿cómo podemos mantener el progreso económico y al mismo tiempo reducir las emisiones de carbono?Hay dos soluciones, pero no se ha desplegado ninguna en gran escala. La primera es la de sustituir en masa los combustibles fósiles por las fuentes de energía renovables, en particular la eólica y la solar. La segunda solución es la de capturar las emisiones de CO2 para almacenarlas bajo tierra, pero aún no se ha comprobado la eficacia de esa tecnología, llamada de captura y secuestro de carbono.El gran problema es el tiempo. Debemos haber concluido la mayor parte del paso a la energía con escaso uso de carbono a mediados de este siglo, cosa que resulta difícil, en vista del largo período de transición necesario para renovar la estructura energética del mundo. Pocas regiones han logrado grandes avances en esa transformación.
Estados Unidos está haciendo ahora inversiones enormes en gas natural sin reconocer que probablemente el auge de su gas de esquisto empeore la situación. El gas natural es un combustible fósil; quemarlo causará un daño climático inaceptable.Sólo Europa ha intentado hacer un cambio en serio para sustituir las emisiones de carbono, al crear un sistema que obliga a todos los industriales a obtener un permiso para cada tonelada de emisiones de CO2. Como el comercio de esos permisos se hace con el precio de mercado, las empresas tienen el incentivo de reducir sus emisiones.El problema radica en que su precio se ha desplomado con la desaceleración económica de Europa. Los permisos que solían venderse por más de US$ 30 por tonelada antes de la crisis ahora se venden por menos de 10. Con ese bajo precio, las empresas tienen poco incentivo para reducir sus emisiones de CO2 y poca confianza en un incentivo basado en el mercado de beneficios.
A consecuencia de ello, la mayor parte de la industria europea sigue la vía habitual.Pero existe una estrategia mucho mejor que ésta. Cada región del mundo debe introducir un impuesto a las emisiones de CO2 que empiece siendo bajo y que suba gradual y previsiblemente. Se debería canalizar una parte de los ingresos procedentes del impuesto a las subvenciones para nuevas fuentes energéticas y para sufragar los costos de desarrollo del procedimiento de captura y secuestro de carbono. Esas subvenciones podrían ser bastante elevadas al principio y disminuir con el tiempo.Con un sistema de impuesto al carbono y de subvenciones previsible y a largo plazo, el mundo avanzaría hacia una energía con poco carbono, una mayor eficiencia energética y la captura y el secuestro de emisiones. No hay tiempo que perder, la necesidad de que todas las regiones del mundo adopten políticas energéticas previsoras y prácticas es más urgente que nunca.

Liofilizados... alimentos, energía, renovable al fin...

La Nación, Domingo 06 de noviembre de 2011 - Por Nora Bär

Una innovadora tecnología para conservar alimentos

La mesa está servida. En una bandejita de plástico se advierte un objeto similar a una piedra porosa y crujiente, pero que sin embargo desconcierta porque... tiene el peso del papel. En otra, bastoncitos blancos igualmente "etéreos". Un chorrito de agua a punto de hervir y ¡abracadabra! El color y la consistencia de este menú que evoca escenas futuristas comienzan a delatar la verdadera naturaleza de los platos: un trozo de carne y papas, ambos "liofilizados" (es decir, "sin agua"), que tras una cocción de no más de cinco minutos se transforman en un exquisito bife y en una porción de papas fritas igualmente sabrosas.

Entrada: Este almuerzo inusual (que también incluyó un "mix" de lentejas, arroz y zanahorias y, de postre, helado de crema con banana, naranja y tiritas de papa crocante chocolatada... todo, salvo el helado, con el mismo tratamiento) fue posible gracias a más de veinte años de estudios del doctor Jorge Yanovsky, médico sanitarista, investigador y presidente del Foro Argentino de Biotecnología.
Junto con un reducido equipo, Yanovsky logró poner a punto a un costo accesible una tecnología para tratar alimentos que permite prolongar su conservación y preservar sus nutrientes sin necesidad de agregar ningún tipo de aditivo. En la práctica, y si se aplica en gran escala, afirma, mejoraría drásticamente el acceso a los alimentos frescos, eje de una nutrición saludable y los primeros que se resignan cuando se desciende en la escala socioeconómica.
"La producción y el acceso a la carne es importante para el sentimiento nacional -dice-. Los aproximadamente 100 kilos en promedio que los argentinos consumimos por año (unos 56 kg de bovina, más o menos 35 kg de aviar, y algo de porcina y ovina) representan unos 30.000 millones de dólares, 15.000 millones en la puerta del frigorífico y otros 15.000 millones, en la carnicería. De ese valor, la mitad (o sea 7500 millones de dólares) están directamente relacionados con la distribución en frío. La ciencia y la tecnología están en condiciones de aportar conocimientos que reduzcan el gasto, mejoren del proceso o nos den una ventaja competitiva."
Primer plato: Liofilizar quiere decir sacar, separar el agua. "Es un proceso que ya aplicaba Pasteur -cuenta la doctora Alejandra Ricca, directora del Instituto de Tecnología de los Alimentos del INTA, que no participó en este desarrollo-. Lo más innovador no es la técnica, sino su aplicación."
Yanovsky se remontó a mucho antes. Estudió atentamente un procedimiento empírico que desarrollaron las comunidades preincaicas. Ellos secaban las papas en condiciones que son las de la liofilización en estado de congelamiento.
"Un producto congelado que contiene agua la pierde en forma de vapor -explica Yanovsky-. Lo hace a un ritmo más lento que el que está descongelado y recibe calor, pero si en lugar de darle temperatura se le aplica vacío (se le quita el peso del aire de encima), va a tender a acelerar su evaporación. En los ambientes muy secos y muy fríos, como el Altiplano, se produce un proceso de sublimación, que es la salida del vapor desde el estado congelado, que hace que el producto, siendo sólido, quede totalmente criboso, como una esponja rígida, y muy liviano. No pesa nada, pero mantiene el volumen. Los incas liofilizaban papas. Es lo que llamamos chuño. Y el llamado charqui es tasajo cuando usted lo seca en presencia de sal para que no se pudra. Pero a medida que va subiendo a las alturas, necesita menos sal, porque el producto se congela y se seca congelado."
Según cuenta el investigador, el ejército libertador de San Martín llevaba entre sus vituallas chuño y charqui. "No sé bien qué tenían los realistas, pero el ejército argentino estaba mejor pertrechado que el napoleónico, que llevaba latas de conserva", destaca.
Segundo plato: Con estas ideas en mente, hace un cuarto de siglo Yanovsky inició una actividad de investigación y desarrollo tendiente a generar más economía de proceso. "Porque una de las cosas que se sabe es que la liofilización es una tecnología de excelencia para la conservación, pero onerosa tal como estaba descripta", subraya. Hoy considera que podría ofrecer alternativas de enorme significación económica y social, tanto en el costo final de la carne como en la forma de distribuirla.
"Si está bien envasada, con nitrógeno en lugar de aire (el talón de Aquiles es el oxígeno, que si entra en contacto con la grasa la torna rancia), dura años -detalla-. Pero no es necesario tanto. Es suficiente con llegar cómodo a destino."
Sólo en tren de especular lanza algunas cifras que hacen agua la boca: el mercado mundial de fast food, que es básicamente papa y carne, representa anualmente millones de hamburguesas y porciones de papas fritas. O alrededor de 60.000 millones de dólares. "Pero no hay forma de avanzar sobre mercados distantes sin resolver el problema de la vida útil de lo que uno les lleva, que en el fondo es un mensaje, parte de su propia cultura. Esta tecnología podría ser la llave para participar en ese mercado, pero ofreciendo comida sana y con ventajas competitivas. De lo que se trata es de ver cómo hacemos desde el punto de vista científico-tecnológico para que nuestras carnes lleguen con gran calidad a todo el mundo, con menores costos y ventajas competitivas. Ese es nuestro desafío propio, personal", afirma.
Postre: Sin embargo, los desvelos de este profeta de una revolución alimentaria, cuya personalidad combina una pizca de filósofo y otra de soñador, no están puestos en el escalamiento productivo. "Somos una empresa de know-how -afirma-. Lo que queremos es transferir la tecnología que desarrollamos."
Entre otras iniciativas, está trabajando con la obra social de empleados públicos del Chaco, que tiene 220.000 asociados, en el desarrollo del programa "Comida Sana, Vida Sana". Allí asesora a frigoríficos locales que van a recibir el paquete tecnológico y estudia la posibilidad de preparar menúes infantiles con 100 g de carne y una guarnición de papa, verduras y hortalizas a un costo que podría rondar los seis pesos.
Otros ejemplos de comida liofilizada saludable son hamburguesas de "pura carne" (sin fécula), bananas que, dice, podrían costar la mitad de lo que sale un alfajor, y snacks de queso, zanahoria y verdura (sin una gota de harina y con unas 60 calorías).
El INTA, que está trabajando para desarrollar liofilizadores en distinta escala y lleva adelante experiencias piloto, respalda calurosamente esta técnica. "Su valor agregado es muy alto", afirma Ricca.
"La humanidad no carece de calorías, sino de alimentos frescos -concluye Yanovsky-. Los pueblos emergentes no demandan calmar el hambre de sobrevivencia, sino comer mejor. Y comer mejor es comer «frescos». Se podría afirmar que los alimentos son la clave de la crisis mundial. Porque usted puede hacer todas las modificaciones que quiera, pero no puede dejar de comer."

UNA ASIGNATURA PENDIENTE
Hace casi cincuenta años, en 1964, el presidente Illia encomendó a la Comisión Nacional de Desarrollo de ese tiempo que estudiara la liofilización. Esta concluyó que había que dedicarse a la carne y lo indicó explícitamente. "Pero hasta que nosotros empezamos a trabajar no se había hecho nada -dice Jorge Yanovsky-. De allí en más, lo que logramos fue abaratar sustantivamente el costo mediante una mirada al procedimiento incaico."

domingo, 17 de febrero de 2013

El ecologista escéptico: “Falta ordenar los problemas en una lista de prioridades”


La Nación, Domingo 17 de febrero de 2013 – Publicado en edición impresa; Por Lorena Oliva

Bjørn Lomborg, un escéptico del pesimismo ecologista que busca salvar el planeta, Polémico e influyente, este activista danés cree que la excesiva atención puesta sobre la causa verde quita foco a necesidades más urgentes

Su nombre saltó a la fama a principios de la última década, cuando con su libro El ambientalista escéptico se atrevió a desafiar la veracidad de algunos aspectos relacionados con el calentamiento global y a poner en tela de juicio el tono -casi siempre catastrófico- con que se buscaba generar conciencia al respecto. Tamaña osadía le reportó a Bjørn Lomborg una inmensa ola de críticas -fue acusado de deshonestidad intelectual, por ejemplo-; pero también de seguidores: en 2004 la revista Time lo mencionó entre las cien personas más influyentes del planeta, y en 2008 la revista Esquire lo incluyó entre las setenta y cinco personas que podrían salvar el planeta justamente por atreverse a abordar el problema del cambio climático desde una perspectiva novedosa.

Lo curioso es que antes de convertirse en un ambientalista escéptico, este politólogo danés se ubicaba en la vereda contraria. De hecho, militaba en Greenpeace. “En los noventa yo era el prototipo perfecto del activista urbano -recuerda-. No salía pintado de cebra a ningún lado, pero escribía cartas a los diarios alertando que el mundo estaba al borde del desastre y, por supuesto, tenía pegado en mi cuarto un póster con la frase: «Solamente cuando se haya talado el último árbol, contaminado el último río y pescado el último pez, el hombre se dará cuenta de que no se puede comer el dinero».”

¿Qué lo hizo cambiar tan radicalmente de opinión? Este danés nacido en 1965 y doctor en ciencias políticas, que ha enseñado en prestigiosos centros de estudios de su país, no duda en mencionar el haber leído una entrevista al economista norteamericano Julian Simon, quien en vida también supo defender algunas ideas políticamente incorrectas: era un férreo defensor del libre mercado como la herramienta más eficaz para combatir los problemas del medio ambiente.

“Recuerdo que mi primera reacción fue indignarme y decir que no podía esperarse otra cosa de un economista norteamericano. Pero, en esa entrevista, Simon invitaba a confrontar estadísticamente sus afirmaciones y yo, que en aquel momento era profesor de estadística, me propuse destruirlas con datos empíricos. Pero luego de algunos ejercicios realizados con mis alumnos me encontré con que, efectivamente, estábamos mejorando como humanidad. Y también en algunos indicadores ambientales como el de la polución del aire y del agua. Claro que esto no ocurre si te vas a China. Pero los chinos fueron claros: “Primero queremos ser ricos y después nos ocuparemos del aire y del agua'. ¿Acaso no fue lo que hicieron los países ricos hace cien años?”, pregunta con ironía.

Esto no significa que Lomborg niegue el progresivo calentamiento de la Tierra. Lo que cuestiona, en todo caso, es lo que el mundo está haciendo al respecto. Y mediante su ONG, Centro para el Consenso de Copenhague, se propone concientizar a gobiernos, organizaciones y ciudadanos para que, al momento de invertir energía y recursos en concepto de ayuda, nadie pierda de vista que el del medio ambiente es un gran problema que nos pesa como humanidad. Pero que no es el único. Que existen otros, como el hambre, el sida, las enfermedades crónicas -que afectan especialmente a los países más empobrecidos-, los conflictos armados o los problemas de acceso al agua o a la educación que también requieren ser abordados con urgencia.

“Invertimos mucho para cumplir con las exigencias del Protocolo de Kyoto. En un año, con todos los recursos que destinamos ahí, podríamos darle agua potable a toda la población del mundo. Y, disculpen, pero yo creo que darle agua potable a todo el mundo es más prioritario que cumplir con el Protocolo de Kyoto. Eso es justamente lo que falta: ordenar los problemas en una lista de prioridades”, explica a LA NACION, durante una reciente visita a nuestro país.

Soluciones eficientes

De eso se trata el Consenso de Copenhague. Desde 2004, cada cuatro años, Lomborg reúne a un panel de expertos para definir qué áreas no podemos darnos el lujo de descuidar y cuáles son las soluciones más eficientes en cada caso. En la última edición, por ejemplo, la lista de soluciones cuenta con 30 ítems. La reducción de la desnutrición en niños preescolares encabeza la lista, integrada también por la necesidad de invertir en efectivos sistemas de alerta temprana de desastres naturales, en programas de vacunación, en tratamientos contra la malaria o la tuberculosis o la provisión de agua y saneamiento, entre otros. Los problemas ambientales también figuran en ella, pero no encabezan el ranking.

“Para definir estos grandes problemas buscamos a los economistas más especializados -algunos son premios Nobel- en cada temática. Luego elaboramos una lista con las mejores soluciones para cada caso, que incluyen, por supuesto, una adecuada relación costo-beneficio. Lo que nos proponemos es que con el dinero que se gaste, se haga el mayor bien posible”, explica Lomborg.

El especialista sostiene que no siempre prima la eficiencia en la ayuda humanitaria ni en las inversiones destinadas a paliar el calentamiento global. Y aporta ejemplos: “Alemania es el país que más ha invertido per cápita en paneles solares. Te encontrás con paneles solares hasta encima de las catedrales. ¿Cuál será el efecto de esta costosa inversión? Que hacia finales de siglo el calentamiento global se retrase unas 23 horas. Esto no es una forma inteligente de gastar dinero. Pero los alemanes se sienten de maravilla, claro”, grafica con picardía.

¿Y qué sería, a su entender, gastar dinero en forma inteligente? El especialista aporta ejemplos, como invertir más en gas como recurso energético limpio que en biocombustibles (“Hay algo de inmoral en quemar alimentos en los cilindros de los autos”, sostiene); o, en materia de sida, inclinar más la balanza hacia la prevención, la provisión de sangre segura y disminuir el nivel de transmisión de madre a hijo.

“Después del huracán Katrina, que arrasó Nueva Orleáns, todo el mundo se encolumnó detrás de Al Gore y comenzó a afirmar que había que reducir las emisiones de CO2 para ayudar a los afectados. Pues no, lo que ellos necesitaban en forma más urgente era que se construyeran diques más altos para contener las inundaciones.

“Hay mucha gente en los países emergentes que se ve sacudida por huracanes y no nos enteramos -continúa-. Gente de Bangladesh o de Myanmar, por citar algunos ejemplos. Pero ahí la solución que se propone no es cortar las emisiones de carbono, sino mejorar la infraestructura o los sistemas de alerta temprana. De todas formas, el principal factor que te puede ayudar a hacerle frente a un huracán es contar con la mayor cantidad de recursos posible. Un huracán que mate a cinco o diez personas en la costa de Florida, mata a diez mil en Guatemala.”

Lomborg sabe que estamos muy lejos para que el consenso que cada cuatro años se logra en Copenhague se convierta en un consenso global. “Somos una agrupación que trata de defender estos argumentos en discusiones públicas. Eso no quiere decir que tengamos mucho poder. Diría que el único poder que tenemos es el de convencer. Y tratamos de hacerlo para que se invierta de manera más inteligente. Es frecuente que se gaste dinero tratando de hacer un bien, pero no que se analice a fondo la eficiencia de ese gasto. Nos motivamos porque pensamos que estamos haciendo algo bueno, pero no medimos las consecuencias reales de ello...”

Claro que, a su modo de ver, no es sólo cuestión de inocencia o ignorancia. “Hay mucha gente que entiende nuestros argumentos. Hay mucha materia gris capaz de pensar en esta línea. Pero es frecuente que esa materia gris tenga que batallar contra intereses económicos. Gente que quiere conseguir subsidios para paneles solares o biocombustibles, por ejemplo. Y cada quien cuida su quinta”, se lamenta.

Consciente de todas estas dificultades -y de lo difícil que resulta posicionar un discurso tan novedoso como incómodo, que busca conmover ciertas verdades fuertemente instaladas en materia de ambientalismo y ayuda humanitaria-, Lomborg intenta, a través del CCC, llegar a auditorios de lo más variados.

Una réplica de su programa se llevó a cabo en 2007 en San José de Costa Rica (se llamó Consulta de San José), en donde reputados economistas analizaron problemáticas propias de América latina. También escribió dos libros relacionados con los fundamentos del CCC - Crisis globales, soluciones globales (2004) y Cómo gastar US$ 50.000 millones para hacer del mundo un lugar mejor (2006)- y es columnista en medios norteamericanos de alcance mundial, como The Washington Post, The Wall Street Journal o la mencionada revista Esquire.

“Nuestro desafío es esforzarnos para dejar nuestros argumentos más claros -sostiene-. Hablar con más gente sobre esto. Sobre las políticas estúpidas que a veces se implementan y sobre las grandes oportunidades que tenemos por delante.”

En definitiva, sostiene, de lo que se trata es de entender que sentirnos bien con nosotros mismos cuando hacemos alguna buena acción no garantiza necesariamente que lo estemos haciendo bien. Un primer paso fundamental, asegura, para atrevernos a hacer las cosas mejor.

Hacia un esquema de ayuda más equitativo

En una conferencia de 18 minutos que dio en 2005 en el marco de las charlas TED (http://www.ted.com/talks/lang/es/bjorn_lomborg_sets_global_priorities.html), Bjørn Lomborg lo dice bien claro: “Sería ideal poder resolver todos los problemas del mundo. Pero ya que no contamos con recursos suficientes, lo más eficiente es establecer prioridades”.

En diálogo con LA NACION, el especialista danés estableció la siguiente comparación: “Si analizamos los compromisos tomados en las diferentes cumbres del clima, estamos hablando de invertir cien mil millones de dólares anuales en los países emergentes para paliar el cambio climático. Y eso no tiene proporción si lo comparamos con que para todos los programas relacionados con el mundo emergente se gastan ciento cincuenta mil millones”.

Es evidente que continúa siendo un ecologista escéptico, no sobre las evidencias del cambio climático, sino sobre cómo se lo comunica y, en consecuencia, sobre la atención que el tema recibe. Pero esos argumentos hoy aparecen dentro de un discurso más complejo, con el que busca remarcar las enormes incongruencias que existen en el terreno de la ayuda internacional.

Con su organización, el Centro para el Consenso de Copenhague (CCC), Lomborg detectó diez grandes áreas temáticas en las que se concentran los principales desafíos mundiales: conflictos armados, enfermedades crónicas, educación, enfermedades infecciosas, crecimiento demográfico, biodiversidad, cambio climático, hambre y desnutrición, desastres naturales y agua y saneamiento.

“Creo que a nuestros hijos y nuestros nietos no les va a interesar que hayamos simplemente señalado los problemas, sino que, además de señalarlos, los hayamos resuelto”, sostiene. Por eso, esas diez áreas dan lugar a una treintena de posibles soluciones bien concretas. Por ejemplo: lejos de quedarse en señalar el problema del hambre y la desnutrición, el CCC propone invertir en programas que garanticen la ingesta de micronutrientes para los niños desde sus primeros años de vida.

O en lugar de señalar vagamente el flagelo del cambio climático, propone invertir recursos en proyectos de energías verdes o en programas de protección de las selvas del mundo.

“Hay que empezar a hablar con mayor seriedad, con datos en la mano, sobre el medio ambiente, sin perder de vista que somos buenos solucionando los problemas.”

Lomborg recuerda el revuelo mundial que generó su libro El ecologista escéptico, a principios de la década pasada. “Lo entendí porque fue la misma reacción que tuve yo en su momento. Lo que me decepcionó es que mis antiguos compañeros de Greenpeace leyeran todas las críticas que se me hicieron, pero no mis argumentos.”

miércoles, 6 de febrero de 2013

En EEUU buscan nuevas formas de financiar las energías renovables (artículo original en inglés más abajo)


La Nación, Domingo 03 de febrero de 2013 - Por Diane Cardwell; The New York Times

Nuevas formas de financiación para las energías renovables
Se busca atraer inversores, de la mano de algunas exenciones impositivas.

Durante años sectores de energía verde, como la eólica y la solar, han estado diciendo al Congreso que aún no pueden competir con los combustibles fósiles sin importantes exenciones impositivas.
Pero dado que entre muchos republicanos hay fuerte antipatía por los subsidios a las energías renovables, estos sectores ahora están llevando un nuevo pedido a Washington: que se permita a compañías eólicas y solares contar con algunas de las ventajas impositivas que benefician al sector petrolero y del gas y el inmobiliario, para obtener fondos de inversores.
"Hemos hecho grandes progresos en cuando a reducir el costo de tecnologías de energía renovable como las turbinas de viento y los panales solares", dijo Dan Reicher, que es director ejecutivo del Centro Steyer-Taylor para Política Energética y Finanzas de Stanford, que ha estado en campaña para lograr cambios. "En lo que no hemos tenido los avances necesarios es en la reducción del costo de financiar los proyectos que usan esos equipos, por lo que el costo de la energía renovable es más alto de lo que debería ser."
Los sectores piensan en dos estructuras de inversión -las asociaciones limitadas que cotizan en Bolsa y los fondos de inversión inmobiliarios- para ayudar a facilitar la financiación y hacerla más barata. Reicher estimó que autorizar estas alternativas para las compañías de energía renovable reduciría el costo de sus proyectos en un tercio.
Hay muchas trabas para modificar el código tributario, pero las propuestas han sido recibidas con interés. El Servicio de Recaudación Interna (IRS es la sigla en inglés) está considerando permitir al menos a una compañía formar un fondo de inversión inmobiliario, conocido por la sigla REIT, para un grupo de proyectos de energía renovable, y se espera una decisión pronto.
Y el mes pasado, 31 legisladores enviaron una carta al presidente Obama para pedirle que apoye los cambios. El senador Chris Coons, demócrata de Delaware que apoyó un proyecto de ley en favor de las asociaciones limitadas que cotizan en bolsa (MLP es la sigla en inglés) en el último período legislativo, anunció que piensa volver a presentar el proyecto este año. Permitir que firmas solares y eólicas aprovechen exenciones impositivas que se ofrecen a las compañías petroleras y de gas encaja en la visión de "una estrategia en favor de todas las variantes de energía", comentó y "no de decidir quién gana y quién pierde en tecnología".
Pero el esfuerzo puede fracasar en el marco de la reforma impositiva general que buscan el Congreso y el presidente Obama.
Si bien los funcionarios de la Casa Blanca dicen que expandir los REIT y las MLP está en concordancia con sus metas generales de energía limpia, están más concentrados en eliminar subsidios directos y exenciones para combustibles fósiles y establecer un crédito impositivo permanente a la producción para las energías renovables.
Tal como sucede con las plantas de energía convencionales, el costo de construir granjas eólicas y solares puede alcanzar los miles de millones de dólares, involucrando planificación, construcción y equipo complejo.
Bajo el derecho actual, el gobierno federal ofrece a las compañías de energía renovable una generosa exención impositiva sobre sus ganancias. Pero dado que son pocas las que obtienen suficientes ganancias como para aprovechar las exenciones impositivas, tienen que encontrar inversores -comúnmente compañías que buscan proteger ganancias que no provienen de sectores energéticos del pago de impuestos- para poder valerse de éstas. Debido a que tales recursos son escasos, los inversores que sí deciden invertir en el sector, como Google, han podido obtener altas tasas de ganancias.
Utilizando un REIT o MLP para proyectos de energía renovable, las compañías podrían llegar a más inversores. Los MLP y REIT son similares en cuanto a que no pagan impuesto a las ganancias corporativas, traspasando la mayor parte de los ingresos a los inversores, que pagan los impuestos de acuerdo a sus tasas personales. Ambos a menudo cotizan en bolsa como acciones, dando a las compañías acceso a un número de inversores mucho mayor dispuestos a aceptar una tasa de ganancia más baja, según abogados y expertos en impuestos.
No está claro cuánto costarían a los contribuyentes los cambios propuestos. Pero las MLP para los sectores de energía convencional, incluyendo petróleo, gas y la construcción gasoductos y oleoductos, tienen una capitalización de mercado de alrededor de US$ 300.000 millones y se prevé que le costarán al Tesoro aproximadamente US$ 1200 millones en cinco años, desde el año fiscal 2011 hasta el 2015. Recientes pronósticos estimaron que los sectores de energía renovable podrían reunir fondos por US$ 6000 millones desde el año fiscal 2013 hasta el 2020, por lo que la exención impositiva probablemente sería mucho menor, menos de US$ 1000 millones en un período de diez años.
En contraste, se prevé que los programas de exenciones impositivas sobre inversión y producción para proyectos de energía renovable vigentes actualmente le costarán al gobierno federal US$ 11600 millones entre los años fiscales 2011 y 2015.


The New York Times, January 30, 2013 - By DIANE CARDWELL
Renewable Energy Industries Push for New Financing Options
Solar companies say they need new ways to attract investors.

For years, green energy industries like wind and solar have been telling Congress that they cannot yet compete with fossil fuels without hefty tax breaks intended especially for them.
But with antipathy for renewable energy subsidies running high among many Republicans, the industries are bringing a new plea to Washington: allow wind and solar companies to qualify for some of the tax advantages that are used by the oil, gas and real estate industries to raise money from investors.
“We’ve made great progress in bringing down the cost of renewable energy technologies like wind turbines and solar panels,” said Dan Reicher, who is executive director of the Steyer-Taylor Center for Energy Policy and Finance at Stanford and who has been pushing for the changes. “Where we haven’t made the necessary progress is on bringing down the cost of financing the projects that use that equipment, so the cost of renewable energy is higher than it needs to be.”
The industries are looking to two investment structures — the master limited partnership and the real estate investment trust — to help make financing easier and cheaper. Mr. Reicher estimated that opening them up to renewable companies could cut the cost of their energy by a third.
There are many challenges to changing the tax code — particularly in an era when many in Washington are trying to raise revenue, not reduce it. But the proposals are receiving serious attention.
The Internal Revenue Service is considering allowing at least one company to form a real estate investment trust, or REIT, for a group of renewable energy projects, with a decision expected soon.
Wind and other green energy technologies have become cheaper, but the cost of investing has stayed relatively high.And last month, 31 lawmakers, including Senators Lisa Murkowski of Alaska and Jerry Moran of Kansas and Representative Ted Poe of Texas, sent a letter to President Obama urging him to support the changes. All three are Republicans supported by gas and oil interests, according to OpenSecrets.org.
Senator Chris Coons, a Democrat from Delaware who was a sponsor of a bill on master limited partnerships, or M.L.P.’s, during the last session, said he plans to reintroduce it this year. He said he had been meeting with Obama administration officials and lawmakers and building support for the measure, including among Republicans.
Allowing solar and wind firms to use a tax break offered to oil and gas companies fits into the worldview of “an all-of-the-above energy strategy,” he said, “not picking winners and losers in technology.”
But the effort may run aground in the larger tax overhaul that Congress and President Obama are pursuing.
Although White House officials say they see expanding REITs and M.L.P.’s as keeping with their larger clean energy goals, they are more focused on eliminating direct subsidies and loopholes for fossil fuels and establishing a permanent production tax credit for renewables.
Clark W. Stevens, a White House spokesman, declined to comment on particular programs, saying, “The administration continues to support a number of provisions that provide needed support to the development of cutting-edge technologies and clean energy projects here in the United States, expanding renewable energy production and ensuring the jobs of the 21st century are created here at home.”
As with conventional power plants, the cost of building wind and solar farms can run into the billions of dollars, involving elaborate planning, construction and equipment.
Under current law, the federal government offers renewable energy companies a generous tax credit against their income. But since few of them make enough profit to use the credits, they need to find investors — typically companies seeking to shield nonenergy profit from taxes — to take advantage of the breaks. Because the pool of such prospects is small, the investors that do jump in, like Google, have been able to command high rates of return.
By using a REIT or M.L.P. for renewable energy projects, the companies could reach a broader range of investors. M.L.P.’s and REITs are similar in that they do not pay corporate income taxes, passing most of their income to their investors, who then pay taxes on it at their own personal rates. Both are also often traded publicly like stock, giving companies access to a much larger pool of investors who are willing to take a lower rate of return, according to tax lawyers and experts.
It is unclear how much the proposed financing changes would cost taxpayers. But M.L.P.’s for conventional energy industries like oil, gas and pipelines have a market capitalization of about $300 billion and are expected to cost the Treasury roughly $1.2 billion over five years, from fiscal 2011 through 2015.
Recent forecasts estimated that the renewable energy industries could raise as much as $6 billion from fiscal 2013 through 2020, so the tax break would probably run much lower, less than $1 billion over a 10-year period, according to a rough estimate from Senator Coons.
By contrast, the investment and production tax credit programs now in effect for renewable energy projects are expected to cost the federal government $11.6 billion from fiscal 2011 through 2015.
“If we can get access to these long-term capital-formation strategies, that will lessen the burden on public finance, on tax credits, on subsidies,” said Dan Adler, managing director of the California Clean Energy Fund. “As these technologies continue to mature, and their costs drop — and the cost of capital drops at the same time — it becomes more purely competitive with the fossil energy industry.”
There are differences in the ways the two investment vehicles work. REITs, which are typically used to bundle groups of apartments or office buildings into tradable investments, cannot take advantage of tax credits. So a solar REIT would not be able to use the 30 percent investment tax credit still available to such projects through 2016.
M.L.P.’s can use tax credits, but the partnerships are more complicated, tax lawyers said, which might keep investors away.
The I.R.S. could effectively open up the use of REITs on its own. Mr. Adler’s group has invested in a company, Renewable Energy Trust Capital, that has petitioned the I.R.S. for a private letter ruling allowing it to use a REIT structure.
If the request is granted, others pursuing similar projects would be likely to copy the approach. (Similar rulings have allowed cellphone towers and electrical transmission systems to be bundled into REITs.) The Treasury Department could also push through a more formal regulation change.
It would take an act of Congress to change M.L.P.’s, which have helped drive development of conventional energy infrastructure, particularly pipelines. The partnerships are required to derive 90 percent of their income from certain sources, including only depletable natural resources like oil and coal.
Whether the clean-tech industries’ efforts to gain access to either mechanism will bear fruit is uncertain, but policy advocates and some lawmakers say they are optimistic because there is something in the plan to appeal to both Democrats and Republicans. For Democrats, “if the idea of investing in these companies is opened up to a broader array of the American public, then people have more of a stake in renewables besides just buying electricity from wind or solar,” said Kelly Kogan, a lawyer at Chadbourne & Parke in Washington who advises clients on the tax consequences of renewable energy investments.
At the same time, she added, Republicans might respond to the idea that “the government’s going to get out of the direct subsidy through credits: they’re going to make renewables equivalent to hotels and office buildings and pipelines and what-have-you, and the free market can play more of a role.”

martes, 22 de enero de 2013

En la red inteligente, un vatio ahorrado es un vatio cobrado

Publicado en MIT Technology Review - Por Jessica Leber - Traducido por Lía Moya (Opinno)
 
ENTREVISTA a Jon Wellinghoff, regulador de energía eléctrica en Estados Unidos, quien afirma que una red inteligente podría reducir la necesidad de construir nuevas plantas eléctricas. Tiene una aplicación que lo demuestra.
¿Qué aspecto tendría la red eléctrica si se pudiese pagar a todo el mundo por ahorrar energía?
Jon Wellinghoff, miembro de la Comisión Federal Reguladora de la Energía, la agencia estadounidense que regula la transmisión de electricidad, cree que ése es el futuro.
Antiguo defensor del consumidor, el regulador Jon Wellinghoff, defiende el uso de tecnología de red inteligente para bajar los precios de la electricidad.
El año pasado, la agencia de Wellinghoff emitió una polémica resolución que afirmaba que en los mercados de venta de electricidad al por mayor, la energía que no usan los consumidores (bautizada como “negavatios”), debería valer lo mismo que la energía que se genera. Eso significa que pronto las compañías eléctricas tendrán que pagar a los grandes clientes –y, con el tiempo, a los consumidores- que ahorran energía durante los picos de consumo.
La idea es reducir la demanda de electricidad en vez de hacer girar más turbinas. Para lograrlo, hará falta una red eléctrica inteligente en la que clientes y compañías puedan comunicar información sobre precios y consumo de electricidad en tiempo real. Wellinghoff ha explicado a Technology Review por qué esto podría evitar tener que construir nuevas plantas eléctricas de carbón o nucleares.
TR: ¿Cómo está cambiando la red inteligente el negocio de las compañías eléctricas?
Wellinghoff: Las compañías eléctricas tendrán que cambiar o morir. Tradicionalmente, su modelo de negocio ha estado integrado verticalmente; ellos generan, distribuyen y venden la energía. Ahora se ven oportunidades para que los clientes de las compañías –los dueños de edificios comerciales, los Walmarts, Safeways y demás supermercados del mundo- participen plenamente en los mercados de energía y estén al mismo nivel que las compañías eléctricas. Éstas acabarán por ayudar a los clientes domésticos a instalar tecnologías que faciliten su participación. Gracias a esta competencia, las compañías tendrán que decidir cómo seguir siendo rentables.
Hay una serie de grandes compañías que empiezan a comprenderlo. Aún así, hay zonas por todo Estados Unidos donde no existen esos mercados. Los clientes de estas grandes zonas tendrán que empezar a exigirlos.
¿Un 'negavatio' tiene un valor tangible?
Absolutamente tangible. Emitimos una orden que decía que un 'negavatio' –o reducir un kilovatio de demanda energética- es igual que aumentar un kilovatio la producción energética. Quien cree un 'negavatio' debería ser retribuido por ello. Mi misión ha sido integrar los 'negavatios' en el mercado al por mayor de energía. Si podemos lanzar las señales adecuadas al mercado, los emprendedores desarrollarán formas de ahorrar energía en respuesta a las necesidades de la red.
¿Tiene aplicaciones de energía instaladas en su teléfono?
Tengo una aplicación en mi iPhone de una empresa llamada GreenNet que me permite hacer un seguimiento de algunas cosas, como mi aire acondicionado, el lavavajillas, el DVR y la bomba de agua. Lo uso todo el rato. Además estoy a punto de instalar la posibilidad de controlar estos aparatos desde mi teléfono.
¿Cree que habrá más gente interesada por saber qué hace su bomba de agua?
La mayor parte de la gente no estará tan interesada por la energía como yo. Eso lo acepto. Algunas de las aplicaciones más atractivas y prácticas que están apareciendo son termostatos wifi que se pueden controlar desde cualquier parte. Se compran en las ferreterías. Cuando tengamos instalados este tipo de aparatos de control, los consumidores domésticos podrán ceder su información a agregadores que automáticamente pueden gestionar sus consumos energéticos.
¿Hasta qué punto nos puede ayudar reducir el consumo para enfrentarnos a los grandes problemas energéticos?
Nos puede ayudar muchísimo. Hace poco los comisarios de las compañías eléctricas de Massachusetts (EE.UU) me comentaron que están ante un crecimiento cero de la carga eléctrica gracias a que están usando contadores inteligentes y otros aparatos, y a que tienen programas de eficiencia energética muy agresivos. Creo que estamos ante un cambio drástico en toda la dinámica energética nacional. En los próximos 10 años tendremos la capacidad de gestionar nuestra energía y necesitaremos muy pocos recursos energéticos tradicionales nuevos.