lunes, 28 de diciembre de 2009

Cambio climático costaría 137% del PIB actual de América Latina y el Caribe para 2100

Informe CEPAL ante Cumbre de Copenhague: Sin acciones internacionales de mitigación, la región podría sufrir pérdidas importantes en el sector agrícola y en la biodiversidad, fuertes presiones sobre la infraestructura y aumento en la intensidad de eventos extremos.


(16 de diciembre, 2009) En caso de no haber un acuerdo internacional para mitigar los efectos del cambio climático, el costo para América Latina y el Caribe podría equivaler hasta 137% del PIB regional actual para 2100, señala el informe de la CEPAL La economía del cambio climático en América Latina y el Caribe. Síntesis 2009.

El estudio, que identifica los impactos económicos del cambio climático en la región, fue presentado hoy en un evento paralelo a la XV Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (conocida como COP 15), que se realiza en Copenhague.

El informe proyecta que, sin acciones internacionales de mitigación, la región podría sufrir para fines del siglo pérdidas importantes en el sector agrícola y en la biodiversidad, fuertes presiones sobre la infraestructura y aumento en la intensidad de eventos extremos, que se acumularían hasta representar cifras importantes del PIB actual.

Las estimaciones se basan en cálculos de 15 países: Argentina, Belice, Bolivia, Chile, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, República Dominicana y Uruguay.

El informe fue elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, con la colaboración de los gobiernos de Alemania, Dinamarca, España y Reino Unido, así como la Unión Europea, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Mecanismo Mundial de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación y una amplia red de instituciones académicas y de investigación.

Aunque es la segunda región mundial que menos emite gases de efecto invernadero detrás de África, América Latina y el Caribe está sufriendo los efectos del calentamiento global más que ninguna otra, según el informe. De ahí la urgencia de que la región cuente con apoyo tecnológico y financiero de los países desarrollados en sus esfuerzos de adaptación y mitigación del fenómeno.

El informe recalca que los costos económicos son muy heterogéneos entre países y regiones y tendrán un comportamiento poco predecible (no lineal) a lo largo del actual siglo.

Por ejemplo, algunas naciones tendrían beneficios temporales en sus sectores agrícolas como consecuencia de aumentos de temperatura menores a 2ºC y los cambios en las precipitaciones, aunque en el largo plazo predominarían los efectos negativos. Con un incremento de la temperatura planetaria superior a 3ºC, algunos países o regiones podrían perder hasta 30% ó 40% de su biodiversidad.

Argentina, Chile y Uruguay tendrían efectos positivos en su productividad agrícola si la temperatura aumentara entre 1,5ºC y 2ºC en el período 2030-2050. Sin embargo, si se traspasa este umbral de temperatura los efectos serán negativos.

Para 2100 se calcula que en Bolivia, Chile, Ecuador, Paraguay y Perú las tierras degradadas oscilarían entre el 22% y 62% del territorio. También disminuirá la disponibilidad de agua, sobre todo en América del Sur.

El alza del nivel del mar provocaría desplazamiento de poblaciones y se perderían tierras por inundaciones permanentes. Los pequeños Estados insulares del Caribe se verán muy afectados. Podrían desaparecer los manglares en las costas bajas (en Brasil, Colombia, Ecuador, Guayana Francesa y Guyana) y estarían seriamente amenazadas zonas costeras del Río de la Plata (Argentina y Uruguay).

Un aumento global de la temperatura de 3ºC provocaría también una caída en las precipitaciones sobre la Amazonía, causando un sustancial deterioro de las selvas que poseen la biodiversidad más grande del planeta. La variabilidad climática y los eventos extremos harían que hacia 2100 el costo de los desastres climáticos pase de un promedio anual para el período 2000-2008 de casi US$8.600 millones a un máximo posible de US$250.000 millones.

En este contexto, la CEPAL destaca que es fundamental diseñar una estrategia de política pública regional que permita reducir los impactos más graves del cambio climático, que se base entre otras cosas en:

* Preservar la biodiversidad y los recursos naturales para las generaciones futuras;
* Reconocer la necesidad de revisar los estilos de vida y promover un cambio cultural;
* Promover la innovación tecnológica para un desarrollo sostenible;
* Transitar hacia economías con baja intensidad de emisiones de carbono, reconociendo que la época de utilización de una energía fósil barata y casi ilimitada está concluyendo y ajustar los precios relativos en consecuencia.



lunes, 21 de diciembre de 2009

Acerca de competir para salvar la tierra

En un artículo reproducido en este blog a continuación, Thomas Friedman plantea con cierto pragmatismo, y sin duda racionalidad, que el camino "deseable" (y realizable) que avizora ante la inexorable realidad del cambio climático es el de la competencia entre gigantes (EEUU, China, Europa, Japón) por el liderazgo de la nueva gran industria global, que correctamente "incentivada" hacia la sustentabilidad, al uso de energías renovables, etc., provocará la reacción del mercado ("padre codicia"); reeditando (metafóricamente) la pelea por ser el primero en llegar a la Luna.

Creo que en un mundo de innovación creciente, los países más pequeños (que no entramos en la categoría de gigantes) tendríamos mucho por hacer. Por un lado, no perder la oportunidad de desarrollar una industria sustentable, limpia y, fundamentalmente, diseñada para funcionar integrada en la economía regional (sea este ámbito el MERCOSUR, UNASUR o los acuerdos que se gesten en el futuro), de modo que Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, próximamente Venezuela y también Chile y Bolivia (por los acuerdos 4+1), por ejemplo, sean un territorio único de intercambio y producción para la exportación extrazona.

Por otro lado, es indudable la necesidad de reforzar la inversión en I+D+i aplicadas, porque es en este campo en el que podemos ser competitivos y acortar brechas frente a los países desarrollados, e inclusive generar tecnologías para exportar (un ejemplo es el programa nuclear argentino, referente mundial en uso civil de esa energía).

En síntesis, el artículo de Friedman, pensado con una visión nacional: cómo puede EEUU liderar, seguir siendo la primer economía mundial y a la vez contribuir seriamente a mitigar el calentamiento global, el cambio climático, debe motivarnos a reflexionar sobre la importancia de que los países menos desarrollados alcancemos niveles de desarrollo tecnológico limpio, que nos permitan ser referentes y, a la vez, generar bienestar e inclusión.

Competir para salvar la Tierra

La Nación, 21-Dic-2009 (Traducción: Jaime Arrambide)

Por Thomas Friedman (The New York Times)
 
COPENHAGUE.- Creo desde hace mucho tiempo que existen dos estrategias básicas para lidiar con el cambio climático: la estrategia del "Día de la Tierra" y la estrategia de la "Carrera por la Tierra". La cumbre del cambio climático de Copenhague estuvo basada en la estrategia del Día de la Tierra, y dejó bastante que desear. El resultado de la conferencia es una serie de compromisos confusos, condicionales y limitados, y no queda para nada claro si ayudarán a mitigar el cambio climático a la velocidad y a la escala que necesitamos.

De hecho, quien haya observado la caótica "organización" de la conferencia y las trifulcas entre delegados que marcaron su cierre podría preguntarse si este proceso de 17 años promovido por las Naciones Unidas para construir un marco global que permita hacer retroceder el calentamiento global no se ha roto: demasiados países -193- y demasiadas partes en movimiento. Me voy de aquí con la sensación cada vez más fuerte de que, por el contrario, Estados Unidos debe concentrarse en su propia estrategia de Carrera por la Tierra. Permítanme explicarlo.
Según la estrategia del Día de la Tierra, la mayor amenaza que enfrenta la humanidad es el cambio climático, y nosotros, como comunidad global, debemos cerrar filas y atacar este problema con un mecanismo global que permita codificar y verificar las emisiones y reducciones de dióxido de carbono de todos los países, transfiriendo miles de millones de dólares en tecnologías no contaminantes a los países en vías de desarrollo para ayudarlos a unirse a esta lucha.
Pero como señaló el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, en la conferencia, la estrategia del Día de la Tierra sólo funciona "si los países son responsables en el cumplimiento de sus objetivos" y si las naciones ricas realmente ayudan a las más pobres a adquirir fuentes de energía no contaminantes.
Con el actual clima económico mundial, eso nunca podría ocurrir. La única manera de que suceda sería que tuviésemos una "tormenta perfecta", una tormenta lo suficientemente fuerte como para poner fin al debate sobre el calentamiento global, pero no tan fuerte como para causar el fin del mundo.
Mientras no se produzca una tormenta como ésa, que literalmente divida las aguas del mar Rojo y haga entrar en razón a todos los que dudan del peligro claro e inminente que implica el catastrófico cambio climático, seguirán siendo muy poderosas las presiones internas en cada país para evitar la reducción y verificación que impone la ley para las emisiones de CO2.
¿Esto implica que la estrategia del Día de la Tierra es una pérdida de tiempo? No. El proceso iniciado por las Naciones Unidas es valioso, pues ha generado una comprensión científica del tema del clima y ha significado un llamado general a la acción. Y el mecanismo que esta conferencia ha puesto en marcha y que permite que los países desarrollados y las empresas compensen sus emisiones de gases ayudando a financiar la protección de las selvas tropicales, si llega a funcionar, sería de enorme valor.
Un gran tema
De todos modos, yo sigo estando a favor de la Carrera por la Tierra. Creo que evitar la catástrofe del cambio climático es un tema de gran magnitud. El único motor lo suficientemente poderoso como para lograr un impacto efectivo en la Madre Naturaleza es el Padre Codicia: el mercado. Sólo un mercado regulado, con incentivos que estimulen innovaciones masivas en fuentes de energía limpias y no contaminantes, es capaz de hacer mella en el calentamiento global. Y ningún mercado puede hacerlo mejor que el mercado norteamericano.
Por lo tanto, los partidarios de la Carrera por la Tierra deben concentrarse en lograr que el Senado norteamericano apruebe una ley energética que grave a largo plazo las emisiones de carbono, para que el país se convierta realmente en líder mundial en tecnologías no contaminantes. Si predicamos con el ejemplo, muchos nos seguirán por imitación, y no obligados por un tratado de las Naciones Unidas.
Durante la Guerra Fría, tuvimos la Carrera Espacial: ¿quién sería el primero en llevar a un hombre a la Luna? En esa carrera competían sólo dos países, y sólo podía haber un ganador. Hoy es necesaria la Carrera por la Tierra: ¿quién es capaz de inventar las tecnologías menos contaminantes para que hombres y mujeres podamos vivir a salvo aquí, en la Tierra?
Quizá lo mejor que podría haber hecho el presidente Barack Obama aquí, en Copenhague, era dejar en claro que Estados Unidos se propone ganar esa carrera. Lo único que tenía que hacer, durante su discurso, era mirar a los ojos al primer ministro de China y decirle: "Voy a lograr que nuestro Senado apruebe una ley de energía que grave las emisiones de carbono para llevarles la delantera en tecnologías no contaminantes. Esa es mi apuesta. Que empiece el juego".
Porque si logramos que Estados Unidos compita con China, que China compita con Europa, que Europa compita con Japón y que Japón compita con Brasil, podremos reducir rápidamente la curva de innovación-fabricación y abaratar los costos de autos eléctricos y baterías solares y eólicas, para que ya no sean productos de lujo para las naciones ricas sino artículos de consumo que las naciones del Tercer Mundo pueden usar y hasta producir.
Si uno empieza la conversación con la palabra "clima", quizá tenga el apoyo de la mitad de los estadounidenses. Si uno empieza con la idea de dar nacimiento a "una industria completamente nueva" -una que nos haga independientes energéticamente, prósperos, seguros, innovadores, respetados y nos permita superar a China en la próxima gran industria global-, uno tendrá el apoyo de todo el país. Por una buena razón: aunque el mundo no se caliente un grado más, las proyecciones indican que de aquí a 2050 la población mundial crecerá de 6700 millones a 9000 millones, y serán cada vez más quienes quieran vivir como los norteamericanos. En ese mundo, la demanda de energías no contaminantes y automóviles y edificios eficientes se disparará hasta el cielo.
Y una Carrera por la Tierra liderada por Estados Unidos -una carrera basada en los mercados, en la competencia económica, en los intereses nacionales y las ventajas estratégicas- es una manera mucho más autosustentable de reducir las emisiones de carbono que un festival de compromisos voluntariosos y no vinculantes surgidos de una conferencia de las Naciones Unidas. Que la Carrera por la Tierra comience.

martes, 15 de diciembre de 2009

Estiman que se invertirán US$ 2.500 millones en energías renovables

iEco – Clarín – 15-Dic-09

El sector privado invertirá entre 2.000 y 2.500 millones de dólares para desarrollar energías renovables y eso generará unos 1.000 empleos, proyectó la cámara del sector. La estimación de la Cámara Argentina de Energías Renovables (CADER) se basó en las 22 ofertas para desarrollar proyectos de energías renovables que recibió el Gobierno en una reciente licitación.

La licitación 1/09, donde se presentaron los proyectos, fue convocada por la petrolera estatal Enarsa para obtener 1.015 MW de potencia de origen renovable, pero las ofertas superaron eso y llegaron a 1.460 MW. El total ofertado está compuesto por 1.200 MW de potencia eólica, 155 MW de biocombustibles, 22,5 MW de energía solar fotovoltaica, 24 MW de biogás, 51 MW de biomasa y 12,5 MW de hidroelectricidad.

El éxito de la licitación fue un primer paso para cumplir con la ley de energías alternativas 26.190/06, que establece que para 2016 un 8% de la matriz energética debe estar cubierto por energías renovables. "El resultado de la licitación, considerando el prestigio de las empresas y la cantidad ofertada, muestra que Argentina será un líder global en producción de energías renovables", afirmó el titular de CADER, Carlos Saint James.

Un estudio de New Energy Finance mostró que la industria global de energías renovables invirtió US$ 155.000 millones en 2008, lo que muestra un crecimiento anual promedio de 45% en los últimos cinco años.
Del total invertido, Latinoamérica captó aproximadamente US$ 12.000 millones (poco menos del 10%), aunque esta cifra viene incrementándose a un 145% interanual.


UN FIRME PASO ADELANTE PARA LA INDUSTRIA DE LAS ENERGIAS RENOVABLES

Noticia de la Cámara Argentina de Energías Renovables (http://www.argentinarenovables.org/)

Buenos Aires, 14 de diciembre de 2009. El Gobierno nacional anunció esta tarde los resultados de la licitación GENREN, a través de la cual se presentaron 22 ofertas por 49 proyectos de generación energética a través de fuentes renovables por un total de 1461 megawatts (MW), superando así las estimaciones oficiales de 1015 MW en un 46%. El total ofertado se encuentra compuesto por 1203 MW de energía eólica, 155,4 MW de biocombustibles, 54,1 MW de biomasa, 22,5 MW de energía solar fotovoltaica, 14 MW de biogás, y 12,7 MW de energía mini hidroeléctrica. El evento se llevó a cabo en el Salón de los Científicos de la Casa Rosada con la presencia de la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, el Ministro de Planificación Federal, Julio de Vido, y el Secretario de Energía, Daniel Cameron, entre una nutrida concurrencia de funcionarios y empresarios del sector.


La licitación GENREN había sido lanzada por el Poder Ejecutivo en mayo del presente año con el fin de dar cumplimiento a lo establecido en la Ley 26.190/06 y comenzar a generar con recursos renovables el 8% de la demanda eléctrica a nivel nacional. Si bien la licitación original sólo contemplaba la compra de 1000MW, el ministro de Vido puntualizó que el Gobierno hará todo lo posible para completar la compra del total ofertado. Según estimaciones de la Cámara Argentina de Energías Renovables (CADER), el monto final de energía contratado por el Estado estimulará una inversión privada de más de dos mil millones de dólares y generará al menos 1000 puestos de trabajo, dependiendo del origen del equipamiento utilizado.

Tras el anuncio, Carlos St. James, presidente de la CADER, mostró su optimismo con respecto al futuro:"El resultado de la licitación, teniendo en cuenta el prestigio de las empresas involucradas y la cantidad ofertada, deja en claro que nuestro país está llamado a ser un líder global en la producción de energías renovables. También es una clara demostración de los logros que se pueden obtener cuando se produce un diálogo fluido y articulado entre el sector privado y el Gobierno, como ocurrió en este caso".

Tal como puntualizó la CADER en su libro Estado de la industria eólica Argentina, publicado en mayo del presente, nuestro país posee un potencial inigualable a nivel mundial para la generación de energía eólica, hecho claramente constatable en los 1200 MW ofrecidos por las empresas de la industria que participaron de GENREN. Según Mauro Soares, presidente del Comité Eólico de CADER, "La licitación presentó un nivel de actividad e interés muy significativos. La cantidad de proyectos presentados fue muy gratificante para nuestro sector; a partir de ahora podremos finalmente ver a la energía eólica integrada a nuestra matriz de abastecimiento de energía. Seamos todos bienvenidos al despegue de la industria eólica en Argentina. Mis felicitaciones a todos los oferentes y a todos aquellos que trabajaron para hacer esto posible." A su vez, Sebastián Kind, co-autor del estudio mencionado y miembro del Comité Directivo de CADER, puntualizó: "Hoy quedó demostrado un alto grado de confianza; más de 1400 MW de ofertas sientan con éxito las bases de un futuro renovable próspero. Argentina tiene en sus manos una oportunidad única para generar avances sin precedentes en su desarrollo tecnológico y en la formación de recursos humanos y de contar con energía limpia y competitiva para su futuro".

Según un estudio reciente publicado por New Energy Finance, con base en Londres, la industria global de energías renovables invirtió en 2008 hasta $155 mil millones de dólares, lo que representa un crecimiento anual promedio de 45% en últimos cinco años. Del total invertido, Latinoamérica captó poco menos del 10%, aproximadamente $12 mil millones de dólares, con la salvedad de que esta cifra se viene incrementando a un ritmo de 145% anualmente.


ENARSA ABRE OFERTAS PARA ADJUDICAR 1.015 MW EN ENERGÍAS RENOVABLES 
Por Ernesto De Paola - BAE (publicado en http://www.enarsa.com.ar)

Buenos Aires, 10 de diciembre de 2009. La licitación de ese potencial eléctrico en fuentes renovables amparada en la ley 26.190 despertó fuerte interés entre firmas del país y del exterior. El negocio eólico irrumpe como el de mayor atractivo por la potencialidad de los vientos del país. Los parques eólicos pasarán de un potencial de 29 a 500 MW

El lunes próximo Enarsa anunciará la apertura de más de treinta sobres presentados en la licitación de la futura provisión de 1.015 MW en energías renovables. Según técnicos vinculados con esos negocios eléctricos, los oferentes podrían aportar el ingreso de inversiones por más de u$s1.500 millones, para cuya amortización contarán con el reaseguro de contratos a término de venta de energía por un plazo de quince años.

Por supuesto que las adjudicaciones se resolverán por el menor precio cotizado por la provisión de esa futura energía, cuya comercialización tendrán garantizada. Tal como aconteció en la etapa inicial de las privatizaciones de las grandes usinas térmicas, como Costanera, Central Puerto o San Nicolás, que contaron en 1992 con contratos a término en ese momento determinados por un plazo de ocho años a razón de u$s40 el MW/hora, ahora los interesados en esas fuentes renovables tendrán su inversión asegurada. En el arranque de las privatizaciones eléctricas lo que buscó el Estado fue asegurarse la ejecución de obras de repotenciación y la instalación de ciclos combinados en esas viejas usinas que parecían próximas a ver finalizar su vida útil y que funcionaban con muy bajos parámetros de disponibilidad operativa.

Ese factor había sido, a fines de 1988 y comienzos de 1989, desencadenante de la mayor crisis eléctrica que padeció el país, colapso que obligó a la aplicación de apagones programados de energía para suprimir demanda, cosa que nunca más volvió a ocurrir.

LICITACIÓN
Ahora, ante los desafíos que plantea el temido cambio climático, así como la conveniencia estratégica de tener que acotar el consumo de gas natural, fuel oil y gasoil en las usinas térmicas, la licitación de Enarsa puede evaluarse como un saludable replanteo producto del retorno de la planificación energética que volvió a liderar el Estado. En la década del ’90 los inversores privados se lanzaron a instalar más de 6.600 MW en ciclos combinados pero sin asegurarse que existiera una apropiada disponibilidad de gas natural.

En reacción frente a la crisis que se evidenció en la oferta de gas natural por la falta de oportunas inversiones en la exploración petrolera, el Gobierno a partir de mayo del 2004 encaró las obras de elevación de la cota del embalse de Yacyretá. En agosto del 2006 se relanzó a pleno el Plan Nuclear que estaba literalmente paralizado resolviéndose terminar Atucha II, la extensión de la vida útil de Embalse y la próxima contratación del proyecto de una cuarta usina de potencia (Atucha III). Luego Enarsa preparó su licitación de 1.015 MW en energías renovables previéndose además encarar (con Brasil) los aprovechamientos hidroeléctricos de Garabí y Roncador, el montaje de una usina en el brazo Aña Cuá de Yacyretá y las obras de Chichuidos I, La Barrancosa y Condor Cliff.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Energías Renovables en Argentina y el Desafío de la Mitigación del Cambio Climático

(La presión internacional y la necesidad de adaptación de Argentina y el Cono Sur)

PUBLICADO EN ELDIAL.COM - SUPLEMENTO DERECHO AMBIENTAL - 14-Dic-2009

Por Máximo Cafici (*)
"El hombre que ha cometido un error y no lo corrige, comete otro error mayor"
Confucio (551-479 a. C.)

Abstract:
Renewables Treatment Promotion in Argentina and the Mitigation Needs of the Climate Change Challenge and Technology Transfer in South America
Legal and Institutional Framework
The Argentine legal system is enabled at a federal level, which means –in short terms- that the different regions or provinces (like Chubut, Santa Cruz or even the Buenos Aires Province in the Patagonian region) maintain its own regulatory competence inside its overall national territory. (Art 124 National Constitution)
At a federal level, Argentina regulated environmental matters through the Environmental General Law 25.675 in an effort to describe the minimum standards expected for all jurisdictions, in different resources (eg. air, soil, forestry, water)
The electric energy regulations (Law 24.065) includes the management throughout the Energy Secretary of the Federal Planification, Public Investments and Services Ministry. This authority is in charge of tariffs negotiation, availability of the resources and the creation of plans related with new energies and the law covers the generation, transport and energy distribution.
Within this framework, the renewables energies also have their own legal treatment like the eolic initiatives (Law N° 25019 – Decree N° 1597/99) – one of the earlier green regulations, since year 1998- that establishes the incentives for the wind power sector and its nowadays under use in the patagonic regions where the wind resource shows its great potential.
Biofuels and Hidrogen systems are also covered by Law 26.093 and Law 26.123.
During the year 2006, the Federal Congress enabled Law N° 26.190 of Renewable Energies which had been also regulated by Decree 562/2009. Basically, the different renewables regimes in Argentina establish advantages in percentages for the green generation activities:
Investment promotion Law 26.360 with accelerated reimbursement of the value added tax (VAT or IVA in spanish) paid on purchases of capital goods and other materials related to investment projects, accelerated depreciation for machinery and equipment related and depreciation also for reduction on tax burden during the first years of the project. Environmentally friendly projects (like biomass with a sustainable basis) may apply for both incentives.
The Incentive Forestry Regimes is treated by Law 25.080, which grants different fiscal and economic benefits for these kind of investments, and states fiscal stability for a thirty years period (may be extended for twenty more years); offers accelerated depreciation for equipment investment, construction and infrastructure during the first three years and VAT refund applied to the purchase of import of goods or services to be used in production process and non refundable financial aid for small companies (up to 500 ha.) The authority in charge is the Agricultural, Livestock, Fisheries and Food Secretary of the State.
On the other hand, and related to the deforestation and climate change matters, the Congress enabled Law 26.331 of Environmental Protection and Minimum Standards of Native Forest, that asks the federal jurisdictions for territorial planification and prohibits several deforestation depending on the regional species. It had also been regulated throughout Decree 91/2009.
Despite the availabity of natural resources, local regulations still need the support of additional tariffs and legal certainty to turn viable the alternative energy scene.
Climate Change aspects, deforestation matters related and renewable energy plans are associated in a unique way to adopt future decisions towards the sustainable management challenge, discussed in the Copenhagen Conference (Cop 15).

i) Introducción
El presente artículo se encuentra dirigido al análisis de las barreras técnicas, culturales y financieras frente al escaso desarrollo de las energías renovables en Argentina, aún frente a la variedad de recursos naturales disponibles, extensión territorial y medidas de apoyo al sector que -a priori- lucen como insuficientes frente al avance y necesidad de adaptación al cambio climático.
Por otra parte, no es novedad la presión global y los compromisos asumidos globalmente cuando la sociedad internacional vislumbra el reemplazo del Protocolo de Kyoto (en el marco de la Convención Marco Sobre Cambio Climático) por un instrumento vinculante que genere nuevas acciones en conjunto contra el avance del fenómeno climático y la deforestación, proyectado nuevamente en función de la responsabilidad común pero diferenciada de cada Estado en virtud de su desarrollo empresarial a partir de la revolución industrial.
ii) Regulaciones Energéticas y Renovables en Argentina
La Ley 24.065, en vigencia desde el año 1992, regula la generación, transporte y distribución de electricidad, caracterizándolo en nuestro sistema como un servicio público, de interés general. Mediante este régimen, de características privatistas, la autoridad de aplicación (Secretaría de Energía de la Nación) mantiene la potestad exclusiva de regular las tarifas, términos y condiciones de la transmisión y regulación del comercio interjurisdiccional e internacional.
En el mercado argentino se han ido presentado nuevas propuestas de incorporación de fuentes de energía renovables, las cuales hacen frente a distintos obstáculos, tanto estructurales y de infraestructura como de costo-beneficio.
La energía eólica y solar fueron las primeras en lograr una regulación adecuada, probablemente, como resultado de una tradición histórica en la Patagonia ligada al uso del recurso eólico, un recurso muy favorable dados los intensos vientos existentes en la región costera patagónica, quizá los de mayor aptitud a nivel mundial. De este modo, se instalaron los primeros aerogeneradores en la región. A partir de la modificación de las políticas energéticas de la década del noventa, comenzó a difundirse y ampliarse la generación eólica en función de las instalaciones efectuadas en zonas cercanas a Comodoro Rivadavia, y mediante el apoyo y fortalecimiento institucional de cooperativas que apoyan este tipo de iniciativas, mejorando así la calidad de vida de sus ciudadanos.
La Ley 25.019 de 1998, reglamentada por Decreto Nº 1.597/99, declaró de interés nacional la generación de energía eólica y solar, con la previsión de determinadas ventajas competitivas, como una remuneración puntual determinada por el reconocimiento de un centavo por kWh generado por equipos eólicos[1] y ofreciendo estabilidad fiscal por quince años. Es tal vez un primer marco ligado a las energías renovables en Argentina, que le abre las puertas a las provincias[2] para continuar incentivando el mercado no convencional, objetivo también perseguido en el marco de la revolución verde impulsada por bloques con intereses comerciales y sustentables, como en el caso de la Unión Europa.
En este sentido, tanto la Provincia de Chubut como las de Santa Cruz y Buenos Aires, apoyaron las políticas de incentivo a las energías renovables legislando en esa dirección, sin perjuicio de lo cual, hasta la actualidad, las medidas no parecen ser suficientes para impulsar al sector.[3]
El Régimen de Regulación y Promoción para el Uso Sustentable de Biocombustibles e Hidrógeno fue sancionado en el mes de abril de 2006 con un plazo de vigencia de quince años, mediante la Ley 26.093. Esta norma promueve la producción y uso sustentable de biocombustibles (entendiendo como tal al bioetanol, biodiesel y biogás) y establece requisitos, condiciones y normas de calidad a la cual deben ajustarse este tipo de combustibles. A su vez incorpora una serie de beneficios promocionales (diferimiento de impuestos y tratamiento fiscal de inversiones, devolución anticipada del Impuesto al Valor Agregado y amortización del régimen de ganancias) pero fundamentalmente fija un porcentual de mezcla con combustibles fósiles en el orden del 5%, a operar desde el cuarto año de vigencia, es decir, a partir del año 2010, en agosto de 2006, se sancionó el Régimen para el desarrollo de la tecnología, producción, uso y aplicaciones del hidrógeno como combustible y vector de energía, mediante la Ley 26.123.
A fines del año 2006, el Congreso Nacional aprobó el “Régimen de Fomento Nacional para el Uso de Fuentes Renovables de Energía destinadas a la Producción de Energía Eléctrica”, Ley N° 26.190, declarándolo de interés nacional y destinándolo al servicio público y a la investigación para el desarrollo tecnológico y fabricación de equipos con dicha finalidad. La Ley se encuentra recientemente reglamentada por Decreto 562/09.[4]
Este sistema establece como meta el logro de una contribución de fuentes renovables hasta alcanzar el 8% del consumo de energía eléctrica nacional (Art. 2º), a obtenerse en un plazo de diez años contados desde su inicio. Define a las fuentes renovables como aquellas “no fósiles: energía eólica, solar, geotérmica, mareomotriz, hidráulica, biomasa, gases de vertedero, gases de planta de depuración y biogás”, excluyendo los usos de la Ley de Biocombustibles.
En cuanto a la amortización acelerada de activos fijos, la Ley Nº 26.360 (marzo de 2008), de promoción de inversiones en bienes de capital y obras de infraestructura, prevé en su Art. 3º que “los sujetos que resulten alcanzados por el presente régimen podrán, conforme a lo dispuesto en los artículos siguientes, obtener la devolución anticipada del Impuesto al Valor Agregado correspondiente a los bienes u obras de infraestructura incluidos en el proyecto de inversión propuesto o, alternativamente, practicar en el Impuesto a las Ganancias la amortización acelerada de los mismos, no pudiendo acceder a los dos tratamientos por un mismo proyecto y quedando excluidos de ambos cuando sus créditos fiscales hayan sido financiados mediante el régimen establecido por la Ley 24.402 y/o por aquella norma que restablezca su vigencia y/o la modifique.”
iii) Debilidades y Fortalezas. Conclusiones
Las regulaciones comentadas se encuentran vigentes y aún así resultan al menos inconducentes para un real desarrollo de energías alternativas en nuestro territorio.[5] La meta fijada de un ocho por ciento al 2016 parece lejana al nivel de desarrollo actual local, si la comparamos con la necesidad -casi exagerada- del 20% al 2020 en la UE, la meta se convierte en utopía.
Las principales barreras aparecen a) desde un punto de vista financiero, dado que el comienzo de inversiones extranjeras en Argentina (si por ej. la energía eólica no es llevada adelante por el propio Estado) trae aparejada una serie de regulaciones que deben acompañar al emprendedor y que se encuentran ligadas al respeto por los contratos y la seguridad jurídica y, por otra parte, el costo subsidiado por el Estado Nacional; b) desde un punto de vista cultural: reconocer que la debilidad institucional puede ser suplida y complementada por el trabajo conjunto cooperativista de la sociedad civil, dado que las fuentes generadoras de energía ya están siendo reemplazadas por tecnologías verdes y amigables, que no generan emisiones (GEI); y c) barreras técnicas: ligadas tanto a los insumos por ser utilizados en emprendimientos de nuevas energías -que pueden ser importados transitoriamente-; como a la especialización técnica de los empleados ligados al uso de -por ejemplo- molinos eólicos, esencialmente las herramientas que permitan hacer frente a la crisis energética, con la necesaria formación y capacitación de los recursos humanos por incorporar a futuro.
La regulación local aún requiere medidas de apoyo concretas, precios pre-fijados de compra por parte del Estado Nacional o quien usufructúe o comercialice el servicio, y descargas impositivas que permitan sortear la falta de certeza jurídica, confirmando reglas claras a mediano y largo plazo.
Por otro lado, la comunidad mundial tendrá la oportunidad de reforzar las necesidades energéticas vía fuentes renovables a través de las decisiones que surjan en Dinamarca (y la eventual modalidad de reemplazo del Protocolo de Kyoto, vigente hasta el año 2012). Argentina debe continuar en la senda de investigación, formación de conocimiento y adaptación a las nuevas tendencias internacionales que continúan empujando las tecnologías limpias, su introducción y ampliación en el cono sur.
La financiación de los países desarrollados destinada a efectivizar el cambio de tecnologías que requieren los países en vías de desarrollo, se encuentra estimada entre los 400.000 y los 240.000 Millones de Dólares demandados por las Naciones Unidas, cifra que alcanza un promedio de 150.000 Millones estimado por la Unión Europea para solventar hasta 2030 la inversión tecnológica en Países no Anexo I (Sudamérica por ejemplo[6]). Sin embargo, el principal obstáculo se encuentra en la disputa entre países con grados de responsabilidad relevante en la lucha contra el cambio climático[7].
Por su parte, Argentina tendrá el desafío de adaptarse a la nueva era, con la facilidad de disposición de los recursos naturales necesarios: intensidad de vientos, extensión territorial y mano de obra disponible.
En definitiva, quedará en manos de la sociedad civil el apoyo y la demanda de ejecución de nuevas tecnologías (aportadas por países desarrollados y con deuda ambiental) que le permitan acoplarse a la realidad mundial, reduciendo el nivel de emisiones y atacando el problema central del cambio global.

(*) Universidad de Buenos Aires (1997). Universidad Austral.(1998). cafici@gmail.com


[1] Ley 25.019, Artículo 5. La Secretaría de Energía de la Nación en virtud de lo dispuesto en el artículo 70 de la ley 24.065 incrementará el gravamen dentro de los márgenes fijados por el mismo hasta 0,3 $/MWh, que serán destinados a remunerar en un (1) centavo por kWh efectivamente generado por sistemas eólicos instalados que vuelquen su energía en los mercados mayoristas y/o estén destinados a la prestación de servicios públicos. Los equipos a instalarse gozarán de esta remuneración por un período de quince (15) años, a contarse a partir de la solicitud de inicio del período de beneficio.
[2] Ley 25.019, Artículo 9. Invítase a las provincias a adoptar un régimen de exenciones impositivas en sus respectivas jurisdicciones en beneficio de la generación de energía eléctrica de origen eólico y solar.
[3] Fuente: Cámara de Comercio Argentino-Alemana, “Protección Ambiental en Argentina y Brasil”, 2008, y sus Notas referentes al Congreso Mundial Eólico desarrollado en Mar del Plata, octubre de 2007 (WWEC 2007).
[4] Decreto 562/09, fechado 15/05/2009. Si bien este decreto reglamenta la ley aún han quedado muchos temas inconclusos que deberán ser dictados por la autoridad de aplicación a través de normativa específica.
[5] Tech 4 CDM. Reunión Convocada por la Cooperación Española y su autoridad nacional de aplicación energética. Buenos Aires. Octubre de 2009 y Wind AR, organizado por la Cámara Alemana (Arg-Uruguay) desarollado en la Universidad Católica Argentina en Noviembre de 2009.
[6] Luisa Corradini, La Nación “Cumbre Climática y Desafío Colosal. Carrera Contra Reloj”, 6/12/2009. Sin duda es un trabajo a largo plazo, pero con síntomas ya confirmados. Las perspectivas de inacción hacia el año 2100 indican eventuales “desaparición de árboles (45%); desaparición y retroceso glaciar, y un promedio de 80 a 180 millones de personas en riesgo de acceso al agua potable”.
[7] The Economist. “Brasil y Asia dan lecciones de cómo reducir la pobreza” Diciembre de 2009. China y Estados Unidos son responsables del 40% de emisiones globales cada uno. Sin embargo es de destacar la reducción de pobreza lograda en países como China (bajó la pobreza del 84% en 1981 a un 16 % en 2005) y Brasil (del 17% al 8 %) e India (redujo del 60% al 42%) Estos tres países lideran en la actualidad la negociación y debate respecto a países “intermedios” con obligaciones, crecientes niveles de emisión presentados en países en crecimiento.

lunes, 7 de diciembre de 2009

El cambio climático nos afecta a todos y todos debemos resolverlo

CLARÍN, 7 de diciembre de 2009 | TRIBUNA

Por primera vez, cincuenta y seis diarios de cuarenta y cinco países deciden hablar con una sola voz a través de un editorial común. La grave emergencia en la que se encuentra el medio ambiente exige responsabilidad y decisión de los líderes que se reúnen desde hoy en Copenhague. Es imperioso revertir el mayor fracaso de la política moderna.

Cincuenta y seis diarios de cuarenta y cinco países toman hoy la medida sin precedentes de hablar con una sola voz a través de un editorial común. Lo hacemos porque la humanidad enfrenta una grave emergencia. A menos que nos unamos para dar pasos decisivos, el cambio climático arrasará nuestro planeta y con él desaparecerán también la prosperidad y la seguridad. Los peligros se vienen haciendo evidentes desde hace una generación. Ahora los hechos empezaron a hablar: once de los últimos catorce años fueron los más cálidos de la historia; el casquete de hielo ártico se funde y los elevados precios que alcanzaron el año pasado el petróleo y los alimentos constituyen un anticipo del futuro caos. En las publicaciones científicas, la cuestión ya no es si los seres humanos son los culpables, sino el escaso tiempo que nos queda para limitar el daño. Hasta ahora, sin embargo, la respuesta del mundo es débil y ambivalente.

El cambio climático es algo que se viene produciendo desde hace siglos, tiene consecuencias perdurables, y la lucha contra el mismo se determinará en los próximos catorce días. Instamos a los representantes de los ciento noventa y dos países reunidos en Copenhague a no vacilar, a no incurrir en disputas, a no culparse mutuamente, sino a aprovechar la oportunidad de revertir el mayor fracaso moderno de la política. No debe haber una lucha entre el mundo rico y el pobre, ni entre Oriente y Occidente. El cambio climático nos afecta a todos, y todos debemos resolverlo.
La ciencia es compleja, pero los hechos son claros. El mundo tiene que tomar medidas para limitar a dos grados el aumento de la temperatura, objetivo que exigirá que se limiten las emisiones globales y que éstas empiecen a reducirse en el transcurso de los próximos cinco o diez años. Un nuevo aumento de entre tres y cuatro grados -el menor que cabe esperar si no se toman medidas- secaría los continentes y convertiría las tierras de cultivo en desiertos. Se extinguiría la mitad de las especies, millones de personas se verían obligadas a desplazarse y el mar invadiría países enteros.
Pocos creen que a esta altura Copenhague pueda dar lugar a un tratado completo. El avance real hacia ese tratado sólo pudo comenzar con la llegada del presidente Obama a la Casa Blanca y la reversión de años de obstruccionismo estadounidense. El mundo, sin embargo, sigue estando a merced de la política interna de los Estados Unidos, dado que el Presidente no puede adoptar un compromiso pleno con las medidas necesarias hasta que lo haya hecho el Congreso de su país.
Pero los políticos presentes en Copenhague pueden y deben acordar los elementos esenciales de un acuerdo justo y efectivo, y sobre todo un estricto cronograma para convertirlo en un tratado. Su plazo debe ser la reunión de la ONU sobre el cambio climático que se realizará en junio en Bonn. Como señaló un negociador: "Puede llevarnos más tiempo, pero no podemos permitirnos una repetición."
El eje de ese acuerdo debe ser un convenio entre el mundo rico y el mundo en vías de desarrollo que comprenda cómo se va a dividir la carga de la lucha contra el cambio climático y cómo compartiremos un nuevo recurso precioso: el billón de toneladas de carbono que podemos emitir antes de que el mercurio alcance niveles peligrosos.
A los países ricos les gusta destacar que la verdad aritmética es que no puede haber una solución hasta que gigantes en vías de desarrollo como China tomen medidas más drásticas que las que adoptaron hasta ahora. Pero el mundo rico es responsable de la mayor parte del carbono acumulado, de las tres cuartas partes de todo el dióxido de carbono que se emitió desde 1850. Ahora tiene que ponerse a la cabeza, y todo país desarrollado debe comprometerse a hacer reducciones específicas y significativas que, en su conjunto, en diez años reducirán las emisiones del mundo rico a un nivel muy inferior al que tenía en 1990.
Los países en vías de desarrollo pueden señalar que no fueron ellos los que provocaron el grueso del problema, y también que las regiones más pobres del mundo van a ser las más afectadas. Pero deben aceptar que en el futuro contribuirán cada vez más al calentamiento y, por lo tanto, tienen que comprometerse a tomar medidas propias importantes y medibles. Si bien todos hicieron menos que lo que algunos habían esperado, las recientes decisiones de los mayores contaminadores del mundo -los Estados Unidos y China- en cuanto a adoptar metas de emisión constituyeron pasos importantes en la dirección correcta.
La justicia social exige que el mundo industrializado aporte más recursos y comprometa fondos para ayudar a los países más pobres a adaptarse al cambio climático, así como tecnologías limpias que les permitan crecer económicamente sin aumentar el nivel de sus emisiones. La arquitectura de un futuro tratado también debe precisarse mediante un riguroso monitoreo multilateral, recompensas adecuadas para la protección forestal y una evaluación creíble de las "emisiones exportadas", de modo tal que la carga pueda llegar a compartirse de forma más equitativa entre quienes crean productos contaminantes y los que los consumen. Esa equidad, por otra parte, implica que la carga que asuma cada país desarrollado esté en relación con la capacidad del mismo. Por ejemplo, los miembros más nuevos de la UE, que suelen ser mucho más pobres que "la vieja Europa", no deben sufrir más que sus socios más ricos.
La transformación será cara, pero mucho menos que el rescate de las finanzas globales, y mucho menos costosa que las consecuencias de no hacer nada.
Muchos de nosotros, sobre todo en el mundo desarrollado, tendremos que cambiar nuestra forma de vida. La era de los vuelos que cuestan menos que el traslado en taxi al aeropuerto se acerca a su fin. Tendremos que comprar, comer y viajar de manera más inteligente. Vamos a tener que pagar más por la energía, y también usarla menos. Pero el pasaje a una sociedad baja en carbono ofrece la perspectiva de más oportunidades que sacrificios. Algunos países ya reconocieron que abrazar la transformación puede generar crecimiento, empleo y una mejor calidad de vida. El flujo de capital cuenta su propia historia: el año pasado por primera vez se invirtió más en formas renovables de energía que en producir electricidad a partir de combustibles fósiles. Erradicar nuestro hábito de carbono en el transcurso de unas pocas décadas exigirá una hazaña de ingeniería e innovación comparable con otras que tuvieron lugar en la historia. Sin embargo, mientras que llevar al hombre a la Luna o dividir el átomo fueron cosas que nacieron del conflicto y la competencia, la carrera del carbono debe ser producto de un esfuerzo cooperativo para alcanzar la salvación colectiva.
Superar el cambio climático supondrá un triunfo del optimismo sobre el pesimismo, de la visión sobre la miopía, de lo que Abraham Lincoln llamó "los mejores ángeles de nuestra naturaleza".
Es con ese espíritu que cincuenta y seis diarios de todo el mundo se unieron detrás de este editorial. Si nosotros, que tenemos puntos de vista políticos y nacionales tan diferentes, podemos ponernos de acuerdo sobre qué debe hacerse, entonces sin duda nuestros gobernantes también pueden hacerlo.
Los políticos presentes en Copenhague tienen el poder de conformar el juicio de la historia sobre esta generación, una generación que tomó conciencia de un desafío y estuvo a la altura del mismo, o una generación tan estúpida que vio venir la calamidad pero no hizo nada para evitarla. Les imploramos que tomen la decisión correcta.

Traducción de Joaquín Ibarburu.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Los autos eléctricos quieren dejar de ser sólo una promesa

LA NACIÓN, 6-Dic-2009  | Por Nelson Schwartz - The New York Times

En el marco de la cumbre ambiental, Dinamarca busca fomentar el uso de estos vehículos mediante subsidios y la construcción de una red de carga; sin embargo existen dudas sobre el rendimiento de las baterías y los costos de la infraestructura.

COPENHAGUE.- ¿Ahorrar 40.000 dólares en la concesionaria alcanza para que los conductores se pongan al volante de un auto eléctrico? Con un programa en marcha para dar acceso fácil a estaciones de carga, Dinamarca está por descubrirlo.
Por más potencial que tengan, los autos eléctricos siempre han sido motivo de más palabras que acción, y hay solo un puñado en los caminos de Dinamarca. Pero ahora la mayor compañía danesa de electricidad está trabajando con una nueva firma de Silicon Valley con una inversión de 100 millones de dólares para instalar redes de carga así como estaciones de servicio que pueden cambiar baterías en minutos.
El gobierno ofrece una exención de impuestos mínima de 40.000 dólares para cada auto eléctrico nuevo y estacionamiento gratis en el centro de Copenhague.
Pero aún en Dinamarca, una de las naciones más consciente en términos ambientales, abunda el escepticismo. No está claro que pueda convencerse a los compradores de autos de que cambien.
"Hay una barrera psicológica para los consumidores cuando su auto depende de estaciones de baterías", alertó Henrik Lund, profesor de planificación de energía de Aalborg University. "Es riesgoso".
La compañía de Silicon Valley, Better Place , está haciendo una gran incursión en Dinamarca e Israel. Eso hace de esos dos países los escenarios de las dos pruebas más importantes de la idea de que los motores eléctricos y las baterías pueden suplantar los motores a nafta que han sido la planta motriz de la industria por más de un siglo.
El experimento tiene otras implicancias más allá de las fronteras de este país escandinavo de 5,5 millones de habitantes. Dinamarca está tratando de hacer algo más que dejar atrás el motor de combustión interna.
Al modernizar la red eléctrica, Dong Energy, socia de Better Place y la mayor empresa energética de Dinamarca, quiere abastecer a la flota prevista de autos eléctricos con energía eólica, que ya aporta casi el 20 por ciento de la energía del país.
Con Better Place y la red inteligente trabajando juntas, los autos se cargarían por la noche cuando sopla el viento y la demanda de energía es menor. La carga absorbería la energía extra de la compañía y reduciría fuertemente las emisiones de carbono.
"Somos el socio perfecto para una usina basada en molinos de viento", dijo Shai Agassi, fundador y CEO de Better Place. "Si se tiene muchas baterías esperando por carga, es como tener baldes esperando que llueva".
Los daneses promoverán sus ambiciones con los autos eléctricos a partir de la semana que viene, cuando realicen una reunión internacional en Copenhague que busca avanzar en un nuevo acuerdo para combatir el calentamiento global.
"Queremos ser un país de prueba y laboratorio para los autos eléctricos, los autos híbridos y otras tecnologías nuevas", dijo Lars Barfoed, ministro de transporte danés. "Y como anfitriones de la conferencia sobre cambio climático, eso nos hace sentir responsables y queremos mostrar al mundo que podemos hacer algo".
Agassi, un empresario israelí-estadounidenses hábil para manejar la prensa, antiguo CEO del gigante del software SAP , presenta los esfuerzos de su compañía en términos morales, por el gran peso de los autos a gasolina y diesel en el calentamiento global.
Pero hasta ahora los resultados no están a la altura de la retórica.
En enero de 2009 Agassi prometió que Dinamarca tendría 100.000 puestos de carga y varios miles de autos en los caminos para 2010. Pero al acercarse esa fecha, no hay autos de Better Place en los caminos y solo existen 55 puntos de carga.
Según Better Place, el 2011 fue siempre la fecha de su debut masivo y que eso aún no ha llegado. La compañía planea realizar una prueba en ruta de autos eléctricos durante la conferencia sobre el clima.
Además de los puntos de carga, la visión de Better Place incluye una red de estaciones donde un dispositivo robot podría reemplazar una batería en menos tiempo del que lleva cargar un tanque de nafta.
Se necesita esas estaciones de cambio de batería porque las mismas tienen un alcance limitado de unos 160 kilómetros y la recarga lleva hasta cinco horas, por lo que cambiar las baterías en el camino haría más fáciles los viajes largos.
Los consumidores comprarían los autos pero obtendrían las baterías de Better Place y pagarían una suma por los kilómetros que viajen, apoyándose en las estaciones de carga para el manejo local y las estaciones de intercambio de baterías para viajes más largos.
Pero incluso los partidarios locales de Better Place están preocupados por el hecho de que las estaciones de intercambio de baterías, que costarían hasta 1 millón de dólares cada una, son imprácticas, principalmente porque las estaciones podrían necesitar almacenar una amplia variedad de baterías para atender autos de distintos fabricantes.
"Soy escéptico respecto de la infraestructura", dijo Klaus Bondam, el alcalde de Copenhague a cargo de la administración técnica y ambiental. "No funcionará a menos que sea la norma para todo vehículo eléctrico que se produzca".
Hasta ahora solo un fabricante de autos, Renault Nissan, ha acordado fabricar autos que funcionen con las estaciones de intercambio de baterías de Agassi. Toyota, el líder del mercado en autos híbridos "no ve una ventaja clara de negocios para nosotros con Better Place" dijo Graham Smith, vicepresidente primero para asuntos externos de Toyota Motors Europa.
Barfoed, el ministro de transporte danés, dijo que aunque el acuerdo con Renault es un buen comienzo, "¿qué hay de todos los otros autos? ¿Qué hay de la competencia?"
Agassi dice que no está preocupado porque los fabricantes de autos no corran a anotarse y también rechazó las críticas de su plan. "En toda industria las empresas dominantes siempre dicen que no van a cambiar", y puso como ejemplo una experiencia del mundo informático, al comentar que "los tipos que fabricaban los equipos de los enormes centros de cómputos en la década del 70 decían que la gente no iba a necesitar las PC".
Jens Moberg, ex ejecutivo de Microsoft que es CEO de Better Place Dinamarca, reconoce que hay desafío y que, fuera de algunos sitios de prueba, hasta ahora es poca la infraestructura que se ha instalado.
"Estoy convencido de que los fabricantes de autos se volcarán en gran escala a los vehículos eléctricos, es solo cuestión e tiempo", dijo Moberg. "Tener stocks de baterías distintas es un desafío, pero podemos manejarlo porque tenemos un diseño flexible para las estaciones de intercambio de baterías".
"Estaremos listos para 2011, cuando Renault empiece a mandar autos" agregó.
Quizás la principal razón para pensar que los autos eléctricos pueden tener una oportunidad en Dinamarca es llamativa exención impositiva.
El país impone un impuesto punitivo de alrededor del 200 por ciento a los autos nuevos, de modo que un vehículo que costaría US$ 20.000 en los Estados unidos, cuesta US$ 60.000 aquí. Por un cuarto de siglo, los autos eléctricos han estado exentos de impuestos. Pero los modelos en el mercado eran tan limitados en sus capacidades que solo hay 497 registrados en todo el país.
La combinación de un auto de producción masiva avanzado de Renault Nissan y opciones de carga prácticas de Better Place serán la primera prueba real de si una exención impositiva tan grande basta para imponer un cambio. Se espera que para estimular el mercado, el gobierno nacional y las municipalidades danesas comprarán muchos autos eléctricos para su propio uso.
"El único factor que no puede encontrarse en una planilla de cálculo es la voluntad de los funcionarios de ponerse a la vanguardia del cambio", dijo Agassi. "Y en Dinamarca todos ellos están comprometidos y dispuestos a hacer lo que haga falta para convertir a Dinamarca en líder en vehículos eléctricos".

© NYT Traducción de Gabriel Zadunaisky
 
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